El 24 de octubre de 1919, justo hace un siglo, se procedía al acto de entrega de la bandera del nuevo Regimiento Segovia 75 que se habría de emplazar de manera definitiva en Cáceres. Para tan importante acto se contó con la presencia de la infanta Isabel, que sería encargada de conferir la enseña al coronel del nuevo regimiento y también de presidir los diferentes eventos civiles y religiosos que acompañaron a esta celebración. Aunque el camino recorrido no había sido fácil, por fin la ciudad podía contar con una guarnición permanente que activase la economía local y proporcionase lustre capitalino a la villa. Un viejo anhelo que se había iniciado tiempo atrás.

El 27 de junio de 1918, el entonces alcalde de Cáceres, Germán Rubio Andrada, había recibido en su despacho a una comisión de comerciantes locales acompañados del presidente del Cámara de Comercio Víctor García Hernández y de representantes de la Cámara Agraria local, para tratar sobre las gestiones necesarias para que la ciudad cuente con una guarnición militar permanente, una cuestión que es considerada de suma importancia para el sector del comercio. En esta reunión se informa que está previsto un viaje a Madrid por parte de una delegación municipal que se va a entrevistar con el Ministro de la Guerra y con diferentes personalidades de la política, residentes en la capital.

El día 5 de julio de 1918 la comisión municipal llega a Madrid y se pone en contacto con el diputado de Cáceres y subsecretario de gobernación, José Rosado Gil y con él, también, diputado cacereño Juan Vitorica, a los que reclaman ayuda y cooperación para conseguir de manera definitiva el destino a Cáceres de un batallón de Infantería o su equivalencia. A través de estos contactos se consigue mantener una reunión con el entonces Ministro de la Guerra José Marina Vega.

La reunión con el ministro, a la que la comisión cacereña acude acompañada de los diputados Rosado y Vitorica, es satisfactoria desde el momento que el propio Marina Vega les ofrece reemplazar la guarnición existente en la ciudad con otro batallón de la capitanía de Valladolid y apoyar las indicaciones del Estado Mayor Central en lo relativo a la petición realizada por la ciudad de Cáceres. Igualmente se mantiene una reunión con el Jefe de Estado Mayor Central, el general Weyler, que les hace llegar la ofrecimiento de una guarnición permanente debido a que la ciudad cuenta con factores técnicos que posibilitan esta cuestión y que el obtenerlo solo depende de las facilidades que el ayuntamiento aporte para que el deseo se convierta en realidad.

Al mismo tiempo el General Weyler les promete todo su apoyo para conseguir los objetivos planteados. A la vuelta de Madrid, el propio alcalde cacereño, Germán Rubio Andrada, anima a los representantes públicos a trabajar unidos para contar lo más rápido posible con un núcleo de fuerzas militares que aporten a la ciudad “riqueza, cultura y bienestar”, según sus propias palabras. El informe de la visita a Madrid finaliza con una petición a la corporación para que se pongan a trabajar todos unidos para salir para siempre de «esta apatía que nos ha dominado» una petición que tenía mucho que ver con la actitud de los representantes de los vecinos que no siempre se preocupaban por la prosperidad de la población. Aun quedaba un importante fleco por resolver, el emplazamiento definitivo del nuevo cuartel y la adquisición de los terrenos para ello.