Tras la reunión mantenida por el entonces alcalde cacereño, Germán Rubio Andrada, con los responsables del Ministerio de la Guerra en Madrid, el 5 de julio de 1918, donde se le confirma la posibilidad de que la ciudad pueda albergar un regimiento militar de manera permanente, se inicia un proceso para buscar lugares donde acantonar al fututo contingente militar. La celeridad con la que el Ayuntamiento cacereño se va a mover, hace posible que el 16 de julio de 1918, el alcalde de la ciudad se dirija por carta tanto al Ministro de la Guerra como al Capitán/General del Estado Mayor Central para proponerle una serie de lugares, que de forma provisional, podrían albergar la guarnición permanente de Cáceres.

Los primeros espacios que se plantean son el antiguo y deteriorado Cuartel Viejo del Seminario Galarza, en el que se podrían alojar alrededor de 800 hombres y la denominada Casa de los Caballos, donde se podrían alojar unos 400 hombres. Un hecho que obligaría a repartir las diferentes unidades entre estos veteranos edificios. Como inmueble para instalar la guarnición también se baraja la posibilidad de adquirir, por parte del Ayuntamiento, el Hospital Provincial que, aunque inaugurado en 1893, ya se encontraba en un estado importante de deterioro. Para ello se solicita se traslade a la ciudad una comisión técnica del ejército, para que dictamine si los edificios propuestos reúnen las condiciones necesarias y en caso afirmativo se realice su tasación. Ninguno de los espacios ofrecidos reunía los requisitos que exigía el Ministerio de la Guerra. Los primeros por su lamentable estado de conservación y el segundo, por la desmedida cantidad de dinero que exige la Diputación Provincial para enajenar el hospital, un millón de pesetas, más los solares necesarios para la construcción de un nuevo centro hospitalario. A esto habría que sumar la falta de espacio físico para dar cabida al contingente militar.

La autoridad militar solicita de manera precisa, que el espacio que el Ayuntamiento destine a cuartel, debe tener 70.000 m² como máximo y 32.000 m² como mínimo, donde se pueda edificar un cuartel con capacidad para los 1.200 hombres que componían un regimiento de infantería. Terrenos que deben ser ofrecidos de forma gratuita al ramo de guerra, para facilitar su instalación definitiva en la ciudad.

De forma paralela a la búsqueda de un solar para el futuro cuartel, se suscita el debate sobre si el Ayuntamiento debe pagar los terrenos, cuestión a la que se oponen los concejales de la minoría obrera, teniendo en cuenta la situación angustiosa del erario municipal, estando de acuerdo en que se cedan terrenos de propiedad municipal, pero no de carácter privado y pagados por el Ayuntamiento. El resto de la corporación se muestra de acuerdo con esta cuestión, por lo cual se decide contestar al gobernador militar ofreciéndole gratuitamente los terrenos de propiedad municipal que pueden ser útiles para la construcción del cuartel, gestionando con los propietarios colindantes las mejores condiciones para su adquisición por parte del Ministerio de la Guerra. La autoridad militar no cede ante la decisión municipal que, definitivamente, decide asumir el gasto de los solares para el futuro establecimiento castrense. Corría por la ciudad el rumor que el ramo militar estaba en contacto con los propietarios del colegio San Calixto de Plasencia para ser adquirido como cuartel, rumor que precipitaría un cambio de decisión en el consistorio cacereño, aprobando que sea el Ayuntamiento el que compre los solares necesarios para la ubicación en Cáceres del regimiento prometido.