Cuatro años y medio de prisión y una multa de 3.000 euros. Es la condena que la Audiencia Provincial ha impuesto a Miguel Fernández, un cacereño de 61 años que la semana pasada fue juzgado por un delito contra la salud pública, en su modalidad de sustancias que causan grave daño a la salud, por vender cocaína en diferentes bares de la ciudad.

El tribunal declara probado que Miguel Fernández, al menos durante los meses de junio y julio del 2008, se dedicaba a la venta "al menudeo" de cocaína, para lo cual conservaba en su domicilio la mayor parte de la droga de la que disponía para su venta. Con ella preparaba un número no elevado de papelinas que escondía en su propia ropa interior para, ya en la calle, venderlas a terceros. Lo hacía permaneciendo en determinados bares, como el bar Cali, Las Claras o la terraza del parque de El Rodeo, a los que acudían los compradores, alguno de los cuales contactaba previamente con él por teléfono.

Según recoge la sentencia, la detención que le llevó tres días a prisión, y de la que se derivó su juicio de la pasada semana y posterior condena, tuvo lugar el 30 de julio del año pasado. Sobre las 20.00 horas del citado día, cuando el acusado estaba en el bar Cali, los agentes del Grupo de Estupefacientes que le venían investigando decidieron cachearle, encontrándole en su poder, "tras un minucioso registro", nueve papelinas que contenían 4,04 gramos de cocaína.

Posteriormente, en su domicilio, situado en la calle Ecuador, los agentes hallaron en su interior un paquete que contenía otros 44,62 gramos de la misma sustancia estupefaciente, así como una báscula de precisión y diversos utensilios para el corte de la droga y la preparación de las papelinas.

El valor de la droga intervenida, vendida en dosis para el consumo, habría rondado la cantidad de 3.000 euros, se indica en la sentencia, en la que se concluye, también, que el ahora condenado "no padece adicción a la cocaína, ni tiene mermadas sus facultades intelectivas y volitivas".