Es la tienda más antigua de Cáceres y de toda Extremadura, fundada en 1875 por Manuel Peña, tatarabuelo de la actual generación que lleva las riendas del negocio. Debió comenzar como una zapatería de arreglo y fabricación de calzado hasta que empezó a vender los primeros modelos que llegaban a Cáceres producidos en plantas. La familia, procedente del norte de Cáceres, se instaló en la plaza Mayor y más tarde en el nº 10 de Pintores. Allí, María Peña y Basilio Sánchez siguieron la tradición de sus mayores, pero además compraron el edificio completo del nº 30, donde abrieron otra tienda. Su hijo Manolo regentó la primera y su hijo Basilio la segunda. Las actuales generaciones mantienen hasta tres negocios de calzado: dos en Pintores y uno más en Antonio Hurtado.

Mamen Peña gestiona el local del nº 30. «Hace medio siglo había muy pocas tiendas de calzado en la ciudad, pero todo ha cambiado y la competencia ha crecido muchísmo, a lo que hay que sumar internet. Por ello resulta obligatorio diferenciarse», explica. En Peña lo han hecho sobre dos pilares: la calidad del calzado (frente a los productos sintéticos que llenan el sector) y el valor añadido de la atención al cliente. «Ahí nos esmeramos especialmente para que todas las personas que entran se sientan como en casa», revela.

«A veces Mamen es tan sincera que recomienda a un comprador que no se lleve un zapato. Ella no hace operaciones, ella hace clientes», explica su marido, Federico Crespo, que ha trabajado siempre en la banca y hoy respalda este auténtico negocio familiar. De hecho, su hijo, también de nombre Federico Crespo, ha decidido incorporarse a la tienda tras acabar sus estudios universitarios. Lleva en la sangre las aptitudes del buen vendedor. «Un día tuve que venir a hacerme cargo y me atrajo bastante el negocio. Ofrece muchas posibilidades: tratar con la gente, ganar experiencia, motivarse cada día al cien por cien, lograr muchas satisfacciones personales... Estoy dedicado por completo», relata este joven de 30 años que garantiza la continuidad del establecimiento, más longevo que la propia Cámara de Comercio.

Peña tiene tanta tradición que ha calzado incluso a la realeza. Alfonso XIII conoció el buen hacer de esta familia artesana y le encargó unas botas altas de caza. Han pasado muchos años. Hoy la mayoría de los ciudadanos también saben comprar zapatos, reconocen la calidad y exigen cada día más. «Afortunadamente contamos con un sector entre los primeros del mundo», subraya Mamen Peña. De hecho, el calzado nacional no entra en crisis: «exporta el 90% por su elevado reconocimientos en otros países».

El futuro se atisba complicado. A la competencia de las grandes franquicias hay que sumar el comercio electrónico. «Pero nosotros apostamos por la atención personal, por la confianza con el cliente, por la especialización en la calidad», matiza. Y ahí, de momento, no llega el e-commerce.