El cubo de Rubik es ese rompecabezas que a más de uno se la rompió allá por la década de los ochenta cuando lo que parecía fácil de encajar y hacer coincidir al final resultaba prácticamente imposible. En el cubo de Rubik con el que el alcalde, Luis Salaya, empezó la legislatura solo le cuadraba la cara de las nueve piezas rojas. Ahora ya casi tiene el cubo completo y terminado después de que le quitaron la cara verde y parte de la naranja y se la transformaron en blanca, un color con el que es más fácil combinar. Salvo las piezas azules, que nunca las hará coincidir con sus pretensiones porque en un futuro esperan recuperar el cubo, lo tiene hecho. No está completo, pero sí lo suficientemente acabado para terminar con él la legislatura.

La partición en dos del grupo municipal de Ciudadanos, la sintonía que hay ahora a nivel estatal entre Podemos y el PSOE y la desaparición de Vox del ayuntamiento son acontecimientos que se han sucedido en menos de dos meses y que facilitan a Salaya y a su equipo de ocho concejales permanecer en el gobierno los tres años y medio que quedan de legislatura sin tener que coaligarse con otra formación política.

Tiene mucho más fácil sacar adelante cualquier decisión que requiera de mayoría absoluta. Por eso no se entiende que aún no se haya presentado el proyecto de presupuestos de 2020, unas cuentas que hasta el verano parecían que se iban a quedar huérfanas y a las que ahora no les faltarán novios. Los presupuestos se pueden aprobar entrado el año que viene, en otras corporaciones se han llegado a ratificar en abril, pero lo adecuado es que la aprobación inicial hubiese estado en la primera semana de diciembre para después exponerlos a información pública y que la ratificación pudiese hacerse antes del 31 de diciembre. Estos son los tiempos adecuados porque se empieza el año con unas nuevas cuentas y no hay necesidad de prorrogar por más tiempo las de este año, que además son las del ejercicio de 2018.

Unidas Podemos vuelve a ser el socio principal del PSOE, una decisión estatal que tiene su traslado a lo local. Unidas Podemos vuelve a ser el socio prioritario del PSOE como lo fue gran parte de la noche electoral del 26-M, cuando los votos de PSOE y UP sumaban 13 concejales. Luego las cuentas no salieron y el socio preferente fue Cs.

Tras su ruptura de esta semana, Cs sigue siendo opción para acuerdos con el gobierno de Salaya porque necesita visibilidad y no quedar postergado tras el PP en la oposición. Desempeñar un papel destacado en la corporación también es importante para los tres concejales no adscritos, en los que Salaya puede buscar aliados para sus decisiones. Que se constituyan en un único grupo podría suponer una dificultad, aunque sería una unión principalmente organizativa no ideológica, lo que da independencia de voto a cada uno de los tres concejales. A Salaya le bastaría con el voto de solo uno de ellos.

Aunque Salaya ya tiene encajadas las piezas del cubo de Rubik de los acuerdos políticos pa ra lograr mayoría absoluta, ahora tiene que encajar otro cubo: la composición de las comisiones informativas, un asunto en el que la situación de los concejales no adscritos en vez de un alivio para el alcalde se ha convertido en una complicación.