Todavía quedaban rescoldos de los incendios habidos en distintos parajes de nuestra provincia y aún dentro del casco urbano de Cáceres cuando se celebraba por segundo año consecutivo, la "Jornada de Oración por el cuidado de la Creación". Fue el 1 de septiembre, el mismo día que lo hace la Iglesia Ortodoxa desde hace tiempo. El Papa Francisco, a este propósito, ha dicho que los cristianos estamos llamados a una "conversión ecológica" y que ser "protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa" y que no es "algo opcional ni un aspecto secundario de la experiencia cristiana". Se nos pide orar por esta intención y también asumir estilos de vida coherentes con la necesidad de mimar la naturaleza.

En los últimos tiempos el hombre, movido por el egoísmo y la codicia, busca un progreso ilimitado y que solo mira el corto plazo, puede estar cavando su propia tumba. Hoy todos hablamos de una tremenda crisis ecológica que se expresa, por ejemplo, en la muerte los bosques, la desaparición de la vida en los mares y la contaminación atmosférica. El genuino bienestar y el desarrollo integral implica siempre la defensa del medio ambiente.

"Necesitamos un cambio. Queremos un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos... Y tampoco lo aguanta la hermana madre tierra", ha escrito el Papa hace poco tiempo. Ser austeros con nosotros mismos y solidarios con los otros es la mejor ecología que podemos practicar. Porque la ecología no debe ser una moda o un puro folklore, sino una praxis eficiente de cuidado de esta naturaleza sin la que el ser humano no puede subsistir. Cuidar la naturaleza está necesariamente unido a la defensa de los derechos fundamentales.