Podría ser que una falsedad insistentemente repetida se tomara de nuevo por verdad. Decir que la sede del Ateneo de Cáceres está infrautilizada podría ser verdad sólo si, como tal, se consideraran aquellos edificios que son utilizados media jornada, como la inmensa mayoría de los centros educativos, las oficinas que cierran a las 3 de la tarde o los teatros, palacios y auditorios que, lógicamente, sólo abren sus puertas cuando se celebra algún evento. Dicho esto, me gustaría señalar que, aparte de las actividades que el Ateneo promueve, organiza o apoya fuera de su sede, este curso 2006/7, por referirnos a algo que se podrá comprobar en su totalidad a partir del lunes 16, desde las 5 de la tarde, el Ateneo tiene prácticamente todo el horario completo en tres o cuatro actividades diarias de lunes a viernes y con frecuencia también sábados y domingos.

Desde que abrió sus puertas el 12 de marzo de 2001 si algo ha caracterizado al Ateneo ha sido su labor callada día a día contribuyendo a la formación de ciudadanos respetuosos, pero críticos y --con las secciones, cursos y tribunas-- mejor formados como espectadores, lectores y consumidores en una sociedad rica, pero manipulada y miedosa. Se usa mucho en Cáceres la palabra ´cultura´ a favor de la capitalidad del 2016 y en otras efemérides, pero muchos espectáculos y otros eventos difícilmente podrían ser catalogados de culturales cuando apenas son ocio, distracción o borrachera.

No nos gusta la polémica a distancia sino la tertulia. Intentamos profundizar, pero cara a cara en la tribuna, en diálogo con el conferenciante. No nos asusta la libertad sino que la fomentamos y quisiéramos que todos los ciudadanos supieran que en el Ateneo pueden decir e incluso escribir y publicar cuanto quieran, inquietos por una finalidad cultural más que por una provocación política, aunque, al fin, todo sea política.

En todo caso, sabemos que cualquier actividad humana es mejorable, cuando a la voluntad, al saber hacer y al tiempo disponible se le añade suficiente financiación. Y en este punto el Ateneo resiste, sin ninguna duda, cualquier comparación con instituciones similares tanto en cantidad de horas realizadas en acción cultural directa como en la cantidad de sus temas, sus protagonistas y sus métodos. En la asamblea general de 2005 hicimos un cálculo y cada hora de actividad (no simplemente el estar abierta la sede) le costaba al erario público unos dos euros.

Aquí sería preciso, por aquello de que la luz se encienda en la mente de observadores y críticos imparciales, hacerse preguntas: ¿Alguien puede exigir un control de los gastos en otras actividades que no son más que flor de un día? ¿Es verdad que todo el mundo prefiere el espectáculo a la reunión del pequeño grupo discutiendo un tema o una tertulia? ¿Será preferible el discurso unilateral al diálogo amable a la vez que sin esa autocensura que tanto prolifera?...

Lo curioso es que el Ateneo tiene más de 600 socios que pagan su cuota, pero apenas la mitad acude regularmente y menos, unos 150, están integrados en las secciones estables. Este dato supone que los cacereños quieren que haya un Ateneo tanto como los vecinos de cualquier barrio quieren tener un centro cultural propio, pero digo yo, para terminar, ¿no sería mejor buscar locales, algunos ciertamente infrautilizados --ver la portada del número cuatro de nuestra revista-- que pudieran dedicarse a la cultura, igual que los hay dedicados a despachos, bancos, oficinas varias y cafeterías?

Cuando dediquemos a la cultura el mismo esfuerzo, tanto público como privado, que dedicamos a otros negocios menos altruistas y formativos entonces todo será maravilloso. Y no me diga nadie que son falsas esperanzas. Por nuestra sede han pasado más de sesenta colectivos con muchas inquietudes y sin sede para desarrollarlas. Y es que en el Ateneo hay muchos que pensamos como Martin Luther King cuando dijo: "Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol".