La de José Luis Gil está siendo una larga carrera. En televisión, sus papeles más exitosos son los de Juan Cuesta en Aquí no hay quien viva y Enrique Pastor en La que se avecina, donde continúa. En teatro, interpreta a Cyrano de Bergerac hoy en el Festival de Alcántara.

-¿Cómo es Cyrano?

-Es un mosquetero intelectual que escribe teatro y poesía. Tiene un mundo interno enorme debido al defecto de su nariz, lo que le impide expresar su amor, así que lo vive a través de otro.

-¿Qué es lo más llamativo de la obra?

-Es un clásico que se convirtió en clásico desde el mismo día de su estreno. Habla de grandes temas como el amor, la lealtad o el fracaso. Además, está hecha muy bien escrita en verso, por lo que la palabra adquiere más valor.

-¿De dónde viene lo de ser actor?

-Viene desde que era un niño, cuando mi hermana me llevaba a castings para televisión. Al final, te das cuenta de que ha nacido la vocación y de que quieres ganarte la vida con eso.

-¿Es difícil llegar a ser un actor reconocido?

-Claro, pero eso pasa en cualquier trabajo. No hay que buscar ser reconocido, sino hacer lo que te gusta, y los premios ya llegarán. El verdadero éxito es dedicarte a lo que te gusta, hay que disfrutar de ese camino.

-¿Qué tiene el teatro de especial?

La magia de salir todos los días a jugártela. La televisión es un medio estupendo, pero tu papel forma parte de un gran proceso en el que luego no intervienes, así que el producto final no es tuyo. En teatro las funciones son irrepetibles, se pueden hacer cambios cada día.

-¿Qué ha pensado hacer en los próximos meses?

-Tengo muchas ofertas, estudiaré algunas porque no hay tiempo para todo. Hemos terminado de grabar La que se avecina, veremos cómo va la temporada y si grabamos otra más. En octubre estreno Miau, una película de Ignacio Estaregui. Ahora tenemos que disfrutar de Cyrano, de su éxito y de lo bien que lo pasamos. Es algo muy bonito que vivimos cada día con cada aplauso.