"Siempre quieres ocultarlo y piensas que siempre puedes dejarlo cuando quieras". Jesús lo creía así e intentó dejar atrás en varias ocasiones su años de adicción a la cocaína y el alcohol acudiendo a psiquiatras particulares. Pero la realidad le demostraba que dejarlo no era tan fácil. "Al final mezclaba lo que me prescribía el psiquiatra con alcohol y cocaína --a lo que añade--, entonces me di cuenta del problema y que necesitaba ayuda".

"El origen del problema puede estar en muchas cuestiones", razona Jesús, que en todo caso reconoce que llega un momento en el que sin droga no puedes hacer nada. El reconoce que en su caso comenzó con el entorno de amistades, "por probar o por divertirme". Comenzó con 17 años y los porros. Poco a poco el consumo se fue haciendo habitual y variado, hasta que al mínimo problema que surgía se refugiaba mir, primero esa sustancia y luego otras. "La droga va por épocas y vas probando, hasta que te conviertes en consumidor diario", asume. En su caso llegó a consumir tres gramos de cocaína a la semana, y gastaba en ello unos 150 euros.

El trabajo y la familia, dos de las cuestiones que habitualmente se ven alteradas por las adicciones, siguieron diferentes caminos en el caso de Jesús, que prefiere aparecer solo con su nombre de pila. Mientras que en el trabajo no tuvo problemas, en lo personal la droga le usurpó su papel en su entorno inmediato. Tras un primer matrimonio fallido, cuando se repitieron los problemas en una segunda relación, reaccionó.

Una vida irreal

"Mi actual mujer estaba embarazada de nuestro primer hijo, y me di cuenta de que tanto en la anterior relación como ahora el problema era yo --y añade-- quería que este niño tuviera un padre normal". Con sus dos hijos mayores reconoce que no lo hizo del todo bien. "Podía salir de trabajar un viernes, desaparecer hasta el domingo y tener a mi familia y a la Guardia Civil buscándome", dice.

Cuando tienes una adicción tu vida y tus amistades son irreales. Ambas cosas las ha comprobado desde que inició su recuperación en Proyecto Hombre. "Muchos de los amigos que tenía cuando consumía han desaparecido". Desaparecieron a la vez que él decidió hacer frente a su problema, el 3 de octubre de 2008. Ahora "ha cambiado mi relación con la familia, de la que estaba muy despegado". También ha recuperado su autoestima y las salidas de antes han dado a paso una vida más sosegada: "lo que más me llena es estar en casa con mi mujer y mi hijo pequeño, hablar con mis otros dos hijos o leer".

Todo eso le permite estar en la última de las tres fases del proyecto: la reinserción en sociedad. "Las debilidades y las sensaciones van a seguir siempre, por lo que siempre tendré más probabilidades de recaer que cualquier otra persona". La diferencia es que ahora tiene herramientas para superar los momentos de bajón sin acercarse a las drogas. "De esto se sale, se puede salir, pero tienes que saber que es un problema gordo", dice.