El debate a cuatro se convirtió ayer en cuatro contra uno. La primera pregunta que hay que hacerse es: ¿qué hacía un biólogo afín a la Asociación Salvemos la Montaña en un acto con cuatro candidatos a la alcaldía que discutían sobre la conveniencia o no de instalar una mina de litio a cielo abierto en la Sierra de la Mosca?, el segundo interrogante es: ¿si en el estrado se sentó un biólogo con una postura claramente contraria al proyecto, por qué no tomó asiento algún representante de la empresa que pretende fijarse en Valdeflores? Y en tercer lugar, tratándose de una charla política para conocer la posición de los aspirantes a la alcaldía, no procede en ningún caso la presencia de alguien ajeno, fundamentalmente para garantizar la objetividad de la mesa redonda.

Exceptuando estas tres cuestiones, hay que admitir que el Debate Elecciones Municipales 26-M que organizó el curso de 1º de Bachillerato de la rama de Humanidades del colegio de Las Josefinas, dirigido por su profesor de Economía, Francisco del Moral, fue un éxito de convocatoria. En primer lugar porque el salón de actos del centro escolar estaba a rebosar, en segunda instancia porque los moderadores, los alumnos Daniel Carbonero y Alicia Enrique, estuvieron espléndidos, supieron controlar los tiempos, formular con precisión las preguntas y dar toques de atención a los participantes cuando así lo requirieron sus intervenciones.

Ahora vayamos al meollo que verdaderamente nos ocupa: los políticos, protagonistas de un debate en el que no estaba Vox porque había declinado la invitación y que tampoco contó con Extremadura Unida (hay que ver que jamás nos acordamos de los regionalistas, por eso nunca seremos igual que Cataluña), y que, como decíamos al principio, fue de cuatro contra uno. Esto es: el candidato del PP, Rafael Mateos, el candidato del PSOE, Luis Salaya, la candidata de Podemos, Consuelo López, y el biólogo Juan Antonio Herrera, antagónicos al candidato de Ciudadanos, Francisco Alcántara. Todos resistentes a la mina; Alcántara, más partidario del ‘sí’ que del ‘no’.

Fue precisamente Alcántara el primero en llegar al auditorio. El líder de la formación naranja lo hizo junto a sus compañeros Laura Peláez, Mario Blanco y Óscar Rebollo. Apareció con chaqueta y camisa celeste. En la primera respuesta titubeó. «¿Cuál era la pregunta?», dijo seguramente preso del respeto que daba un público esencialmente joven, futuros universitarios, decisivos en el voto, y porque, no lo olvidemos, Alcántara es nuevo en estas lides electorales.

La segunda en dejarse ver fue Consuelo López. La adalid de Podemos, con chaqueta roja y camisa blanca, entró junto a sus colegas Ricardo Carrasco y María José Castro. Luego lo hizo Rafael Mateos, acostumbrado a los focos, con su pulsera de la bandera de España y camisa a rayas, seguido por la concejala María Guardiola, una mujer de su máxima confianza, y de Marta Sánchez, periodista, jefa de prensa del PP y encargada de la agenda electoral del cabecilla popular.

Salaya llega tarde

No sabemos si como maniobra o porque se le hizo tarde, el paladín socialista aterrizó en último lugar. Fue el más estratega en su vestuario: chaqueta negra, camisa blanca y deportivas rojas, por aquello de la metáfora de que asume la campaña pisando la calle. Asistió con su nueva periodista de campaña, y su hombre fuerte, el concejal Andrés Licerán.

Entre una nube de fotógrafos, dada la expectación que el debate había generado en la opinión pública cacereña, se realizó el sorteo de los turnos de intervención que, por este orden, quedaron así: Ciudadanos, PP, Podemos, PSOE y, en último lugar, el biólogo. El debate tuvo sus puntos potentes. Alcántara defendió el empleo, Mateos citó al santuario de la Montaña (una referencia siempre socorrida en Cáceres), Salaya a Estados Unidos (en plan complicidad con los alumnos) y López tiró de utopía con eso de «construir una ciudad a largo plazo» (pellizco de idealismo que resulta muy poco convincente).

Fue, eso sí, lamentable comprobar que son ciertas las encuestas que arrojan que una de cada tres personas mira el móvil más de 100 veces al día, lo que significa que lo consultamos una media de una vez cada 10 minutos sin contar las horas de sueño. Los políticos cacereños no son una excepción. Y aunque parezca inconcebible, los jefes de PP, PSOE y Ciudadanos se encadenaron a sus móviles en pleno debate. Lo hicieron de modo instintivo, seguramente sin percatarse de que el público los analizaba o de que las cámaras los juzgaban.

¿Por qué nadie avisó a ninguno de los tres de que en un coloquio no se puede usar el celular, que es una falta de respeto para el espectador, que al votante le da la sensación de que siempre hay algo más importante que él? Si durante un debate estás consultando tu teléfono es porque algo te interesa en ese momento más que tus oyentes. Y eso, indefectiblemente, es un error de bulto.

Sin embargo, Consuelo López, la alcaldable de Podemos, fue la única que no cayó en esta trampa facilona. Estuvo atenta, segura de sí misma, taxativa en sus ideas, clara en su postura contraria a la mina. Por eso, y por no ser cautiva del watssap, fue la que indudablemente estuvo mejor en el debate de ayer. Por lo demás, al salir vi a una monjita cortando una rosa. Exclamé: «¡Anda, qué flores tan bonitas!»; y contestó: «Son para la Virgen, que se lo merece». ¿No les parece tierno?