Será por deformación profesional, será por indignación personal, lo cierto es que no puedo resistirme a escribir sobre el asunto de moda. Como usted sabe muy bien, en esta España nuestra, -voluntad sin contenido definió Ortega que tan bien nos conocía-, en la que todo el mundo sabe de medicina y de fútbol, ahora toca hablar de los deberes escolares. Los ‘guays’, que tanto saben de casi todo y lo que no se lo inventan, han decidido - ¡horror, la que nos espera! - que la Educación es un asunto disponible para sus opiniones, así que vayamos preparándonos para escuchar majaderías e idioteces varias de aquí en adelante. Ahora, porque así lo han decidido algunos ‘modelnos’, toca hablar de los deberes.

Y como ocurre siempre en estos casos, salen a la palestra toda clase de entendidos: pedagogos, presidentes de asociaciones de no sé qué, (¡madre mía, tocas cualquier asunto y siempre aparece un presidente, y luego dicen!), políticos, ¿intelectuales?, y los del Dylan, por supuesto. Pero eso sí, profesores pocos. Y si alguno se atreve a dar su opinión, que es muy complicado en una sociedad en la que tanto se clasifica para no tener que argumentar, rápidamente intervienen los ‘guays modelnos’ desplegando la propaganda dominante.

No sé qué pensará usted, pero yo creo que estos asuntos deberían ser discutidos por los profesionales; siempre y cuando hubiera algo que discutir, porque tengo la impresión de que hay demasiados prejuicios en la exposición de motivos.

No encontrará ningún docente que niegue el valor académico y formativo del trabajo en casa, aunque solo sea para que el alumno no dedique todo su tiempo a la Play y al móvil. Pero, como todo en la vida, con mesura y con aprovechamiento. Y si hay algún caso en el que no haya proporción, que puede haberlo, la solución viene del diálogo entre las familias y el centro. ¿Les suena eso de la autonomía de los centros educativos? Pues eso. Todo lo demás son «fantasías animadas S.A.» y aprovechar algunas sensibilidades, legítimas por otra parte, para inventar problemas que no existen. Y, por favor, dejen de medicarse; acudan al especialista.