Mucha presencia policial, política y periodística pero poca información al ciudadano. Esa fue la sensación que ayer sintieron muchos pasajeros que acudieron a la estación de Cáceres y que entraron al vestíbulo de Renfe desconcertados sin saber qué estaba pasando. Uno de ellos fue Juan Luis Paramio, un secretario judicial vecino de Cáceres, que llegó pasadas las dos de la tarde para despedir a su hija que tomaba el tren a Madrid. "He sido yo el que ha preguntado y me han dicho que había un escape, pero que no pasaba nada", decía.

Paramio padece problemas en las vías respiratorias y tuvo que ayudarse de un pañuelo para poder estar en la estación. "He echado de menos unas mascarillas. Me ha parecido extraño ver a los policías con mascarillas y que a nosotros no nos hayan repartido. Sólo me han dicho que me fuera rápido del andén".

Los servicios del 112 y de Cruz Roja estuvieron en la estación durante toda la mañana. Desde Cruz Roja se aclaró, no obstante, que la labor de la entidad no era la de ofrecer información. Hasta las dos de la tarde, la organización había repartido 200 mascarillas.

En la operación de ayer también participaron al menos ocho efectivos de la policía local. Algunos de ellos estuvieron de forma permanente en el vestíbulo de Renfe, controlando el acceso a los andenes, que sólo permitieron a personas autorizadas y a los viajeros y sus acompañantes cuando llegaban o partían los trenes.

Los agentes de Policía Nacional también controlaron la situación, lo mismo que los miembros de Protección Civil. Los bomberos organizaron igualmente sus efectivos. El edil Parra y el subdelegado Solís siguieron la operación durante las 13 horas que duró: el tren llegó a las 09.30 y el contenedor no salió hacia Portugal hasta las 22.30.