Buscaban un lugar de la región en el que pareciera que se vive en los años 50 para rodar algunas escenas de su corto. Inspeccionaron varias ciudades extremeñas sin éxito hasta que un día, a través de las redes sociales, conocieron que los vecinos del barrio cacereño de Llopis Ivorra se quejaban por el mal estado de sus calles. Y decidieron venir a verlo, según cuentan a este diario los vecinos.

Encajaba a la perfección con lo que buscaban, un barrio con calles aún sin asfaltar, muchas incluso con gravilla, y viviendas bajas. «Es un caramelo agridulce. Está muy bien que elijan nuestro barrio para rodar pero que lo escojan porque las calles están destrozadas nos parece fatal, no por ellos, sino por el ayuntamiento que no hace nada por solucionarlo», afirma el presidente de la barriada, José Antonio Ayuso.

Se rodó precisamente en las calles Colombia, Uruguay, Paraguay, Guatemala y Nicaragua, las que se encuentran en peor estado. «En Cáceres ¿dónde te encuentras calles que son aún de hormigón? El deterioro es impresionante», insiste Ayuso. «Yo no quiero vivir en Beverly Hills, solo quiero un barrio decente», dice indignado.

El arreglo de la barriada es una demanda histórica puesto que estas calles llevan sin recibir mejoras desde que se construyera el barrio, en los años 50. Fue promovido por el entonces obispo de Coria-Cáceres, el valenciano Manuel Llopis Ivorra (por eso se le bautizó así), que promocionó la construcción de viviendas través de la Asociación Benéfico Constructora Virgen de Guadalupe. Por aquel entonces ya había vecinos que residían en casas de adobe en las calles Guatemala, Salvador, Colombia o Cuba, pero el nacimiento oficial de la barriada, la más antigua del sur de la ciudad, fue con la edificación de las viviendas sociales que promovió el obispo. Desde entonces nada ha cambiado.

El colectivo vecinal estima que el barrio necesitaría una inversión de unos 800.000 euros para corregir las deficiencias. Lo primero que necesita es la sustitución de la red de saneamiento. En la pasada legislatura, con cargo a los presupuestos participativos, se dotó de nuevas tuberías a El Salvador, Honduras y Bolivia. En estas calles resta ahora asfaltar y pintar, para lo que habrá de nuevo que buscar financiación. En el resto del barrio hay que cambiar también el saneamiento. «Las tuberías se atascan y cada dos por tres tiene que venir Conyser a desatascar. Las tuberías de la calle las metieron los propios vecinos cuando construyeron sus casas y eso hay que arreglarlo», añade José Antonio Ayuso.

Piden además que el barrio sea más accesible, sobre todo porque vive mucha gente mayor. «Por la acera no puedes pasear con tu madre del brazo porque uno tiene que ir por la carretera», añade.

Al arreglo de las calles se une la reivindicación de más presencia policial en el barrio. Ni siquiera durante el rodaje del corto los agentes se encargaron de controlar las vías. «Cortaban las calles al tráfico pero la policía por allí ni apareció y a la gente cuando salía de sus casas les pedían que volvieran a entrar para evitar que salieran en escena, fue un desastre», afirma el presidente vecinal.

Por su parte el concejal de Fomento, Andrés Licerán, asegura que el equipo de gobierno conoce los problemas del barrio. «El alcalde, Luis Salaya, está muy pendiente de los problemas de los vecinos. Vamos a estudiar medidas para solucionarlos» aseguró a este diario.