«¿Tú sabes que nos separa un océano?». Fue la pregunta que le hizo Alessandra Stacciarini (1990, Sao Paulo) al cacereño que se enamoró de ella, y viceversa, en el Camino de Santiago en 2017. Pero ni toda el agua del Atlántico ni la frialdad de una relación a distancia durante un año fue suficiente para apagar ese sentimiento, que acabó con Alessandra Stacciarini, sus maletas y toda su vida trasladada a Cáceres el pasado verano.

Dejó mucho en Brasil, dejó a su familia, su título de abogada que le había costado cinco años de carrera y otros dos años de un máster de especialización, dejó su experiencia laboral... «Lo tuve claro cuando vine a pasar la Navidad y vi que era realmente la persona de mi vida. Creo que este sentimiento es único, merece la pena seguirlo y empezar de nuevo», afirma.

Sabía que no todo iba a ser fácil. «Dejaba una ciudad de 13 millones de habitantes por una de 96.000. Fue un cambio gigantesco de cultura, de lengua, gastronómico y de costumbres». Tuvo que acostumbrarse a no disponer de todo abierto las 24 horas como en Sao Paulo, «pero muchas cosas me agradaron desde el principio, por ejemplo la siesta (risas), que me encanta, y por supuesto la comida. Me fascina la historia de esta ciudad porque en mi país no tenemos un patrimonio tan antiguo, es lógico».

Pero sobre todo valora que en Brasil «yo trabajaba para vivir, allí eres esclavo de tu empleo si quieres pagar las cuentas. Aquí hay otra calidad, la gente trabaja para vivir, sale de cañas, ve a los amigos incluso en días laborables, hay una relación social más activa. En Brasil estás con los amigos los viernes noche y como mucho el sábado, porque el domingo ya es un día de familia».

Está feliz en Cáceres, pese a que a veces percibe algunas actitudes sospechosas. «Por mi acento rápidamente se sabe que soy extranjera y en alguna ocasión he recibido un trato distinto alegando que no me entienden, sé que no es así, tengo un nivel de español que me permite hacerme comprender, pero en estos casos es mejor dejarlo pasar, aunque los extranjeros conocemos nuestros derechos. En general me siento muy bien aceptada e integrada», afirma.

Mientras intenta convalidar sus titulaciones, una tarea realmente complicada en la que no se da por vencida (ahora tratará de hacerlo vía Portugal), está cursando un máster en la Universidad de Extremadura sobre Dirección y Planificación Turística. «Ya estoy con el trabajo final y mi ilusión es comenzar a buscar empleo en el sector, porque veo que el futuro de Cáceres está en el turismo», dice convencida. De hecho, asegura que ahora espera con interés la Semana Santa de Cáceres, de la que tanto ha oído hablar durante los últimos años, para disfrutar con el arte y los sentimientos que transmite.