Después de tantas semanas sabrán ya que tengo veneración y respeto por las viejas piedras, sin embargo, siento una especial debilidad por la desconocida y --desgraciadamente-- poco apreciada arquitectura del siglo XX. Cáceres en 1900 era una pequeña ciudad de provincias, que giraba en torno a la Plaza, a la Ribera, con sus aguadores, sus caleros, sus hortelanos, sus funcionarios y sus artesanos... Aquel Cáceres de las tertulias en la Imprenta de Jiménez, de consecutivas novenas, sabía perfectamente cuando eran las tres de la tarde porque, ineludiblemente a esa hora, todos los días, el viejo Conde de Canilleros y el constructor Isidoro del Amo se reunían en el Portal Empedrado y caminaban, en perfecto silencio hasta el Triángulo (hoy Plaza de América) y volvían sobre sus pasos. Del Amo realizó, en aquel Cáceres reiterativo, gran parte de las primeras obras hoy veneradas.

Frente a la gran arquitectura señorial, se desarrolla en la Villa, a partir de finales del siglo XVIII, grandes casas, con tipología del Llano, de dos o tres alturas, con hermosos vanos arquitrabados en fachadas austeras de gran solidez. En el XIX se produce la época dorada de estas construcciones. Sirvan como ejemplo la Casa Celaya (antiguo Correos), en la Calle Nidos; la Casa Blasco, en Sancti Spiritus; la Casa Samaniego (actual Hogar del Pensionista y antiguo Círculo de Artesanos) en la Plaza Mayor; la Casa Fernández (actual Restaurante Corregidor), a la que se le añadieron elementos neomodernistas en su reforma de 1995 y rejas de Miguel Sansón; la Casa Calaff (donde se encuentra el bar Belle Epoque) de la Calle Empedrada; la Casa Trujillo (antiguo Cuartel de la Guardia Civil) en la Calle Moros o la Casa Lanuza (actual Colegio de Notarios en Muñoz Chaves). Pero los aires eclécticos de fin de siglo XIX harán que muchas construcciones vean reformadas sus fachadas sin ver alterados los interiores. Así el aire regionalista (especialmente de corte meridional) comenzará a hacer su entrada en Cáceres. Nombraré la Casa Iglesias de la Calle Camberos esquina Muñoz Chaves, o la Casa Díez de la Calle Cortes esquina Pintores. El 1890 se terminarán las obras del hospital Provincial, obra ecléctica y severa de Emilio María Rodríguez.

El giro fundamental

Pero el giro fundamental en la arquitectura lo dará Eloy Sánchez cuando construyó su casa en Barrio Nuevo, con aires modernistas en 1898. a partir de ahí todo comenzaría a cambiar. Construcciones, como la Casa Rodríguez (Bar Habana), de la Calle Pizarro, se decorarían externamente con añadidos modernistas. Unos años más tarde y sobre una antigua pensión, de la que se conservan fotografías, se construirá la Casa Higuero Cotrina, levantada por Eusebio Higuero Jabato en la Concepción con Barrio Nuevo, en estilo historicista, con profusión de cantería y grandes escudos. Este historicismo, aunque con tintes clasicistas, también influiría en el desaparecido Banco de España, que se situaba en el lugar que ocupa la oficina central de Caja Extremadura. Un paso más dará Eduardo Gutiérrez Cedrún cuando encarga en 1905 a Francisco de la Pezuela la construcción de la Casa Grande en Pizarro. Este edificio colosal mezcla el historicismo con el regionalismo y el modernismo, en una obra soberbia, que mereció la Medalla de Bronce de Bellas Artes. Verdaderamente delicioso es la Casa García-Pelayo o López-Montenegro, en Zurbarán, obra de Galerón de 1915, de estilo neoversallesco que se mezcla con elementos modernistas como los magníficos miradores. Las puertas, de estilo español, son obra de 1916 de Francisco Acedo, artista que introdujo en Cáceres los nuevos lenguajes muebles y cuya amplia obra evolucionó de un modernismo inicial a un final art-déco.

Igualmente destacable es la Casa Higuero Viniegra (actual Hotel Palacete Alameda) de la Calle Moros. Su fachada ecléctica muestra profusión de elementos decorativos, entre los que destaca el magnífico mirador, y su ingreso, con grandes leones, nos habla de la profusión decorativa novecentista. No podemos olvidar la Casa Martín (o Casa Mirón como popularmente se la conoce), que fue propiedad de Mercedes Calle, en San Juan, con su fachada de azulejos neoplaterescos talaveranos, obra de Rodríguez Montano de 1912, quien también -entre otras- trazaría, en ese año la Casa de Félix Candela en la Calle Parras, y, un año más tarde, la Casa García en la Plaza (actual Cafetería el Pato) donde estuvo, en su día el primer hotel de Cáceres, el Hotel Europa. Años más tarde construiría el Chalet Parra Ramos en Cánovas, hoy desaparecido.

Los años 20 suponen el triunfo del nacionalismo arquitectónico en sus dos vertientes, la historicista y la regionalista. Dos arquitectos encarnarán cada una de las dos corrientes: Francisco Calvo y Angel Pérez. El primero realizará en esos años varios proyectos. En un primer momento primará en él, todavía, la arquitectura del hierro (que en Cáceres tuvo pocos exponentes, el único destacable el ya desaparecido Matadero de San Blas, obra de Rodríguez Montano) con grandes miradores de ese material, como en la Casa de Vicente Candela de la Calle Parras; la Casa González-Ulecia de la Calle Sergio Sánchez; o la Casa Polo (u Ortega) de San Pedro. En un segundo momento substituirá el hierro por grandes miradores de fábrica que le permitirán utilizar una profusa decoración neoplateresca, como en la Casa del Conde de la Quinta de la Enjarada, junto al Palacio de Abrantes, la Casa de Víctor García (conocida también como Casa Ordiales) en la Concepción o la Casa de Mateo Pérez (o Casa Aguilera) en el número 5 de la Avenida de España, donde se produce un verdadero delirio decorativo. También, en esa época, diseña el Instituto Provincial de Higiene en la Plaza de Argel, con un estilo historicista.

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