La división de poderes, legislativo, ejecutivo y judicial, garantizó el funcionamiento del estado social y de derecho que se ocupaba del pueblo soberano. ¿Sigue vigente la división de poderes o falleció Montesquieu ? En la sociedad de la información, las democracias presentan déficits de calidad y cantidad que las hacen mejorables, sin ser aún capaces de incrementar la participación ciudadana en la gobernanza de los países, limitada a la posibilidad de votar representantes cada cuatro años, sin más opción que aguardar otro sufragio para revalidar o no la confianza a los electos.

Un ejemplo evidente es la influencia que tienen sobre los políticos las corporaciones financieras y empresariales, que inciden en los procesos políticos para conservar sus privilegios. La crisis global la causaron grupos elitistas que indujeron burbujas y comportamientos colectivos consentidos y, sin embargo, eluden las consecuencias sociales provocadas, protegidos en su status con recursos públicos.

En nuestro país, esa influencia es constatable: ¿por qué las facturas eléctrica y de telefonía móvil son de las más caras en el ámbito internacional? No es difícil hallar razones en la composición de delegaciones comerciales en el extranjero y consejos de empresas como Endesa, Telefónica, Iberdrola etc., acomodo de las élites dominantes. Tal estado de cosas, junto a numerosas corruptelas en asuntos públicos no resueltas judicialmente, provocan que los ciudadanos nos sintamos desatendidos y agraviados, percibiendo a los políticos, los financieros y similares como el problema, negando el valor de la política aún siendo ejercida con lealtad y respeto al interés público.

Este descontento crea una ciudadanía organizada de manera espontánea para transmitir sus protestas y propuestas (15M y Plataforma de Afectados por las Hipotecas en España) ante instituciones o políticos desorientados ante demandas y necesidades populares, y que deberían acercarse a estos movimientos de recuperación social de la soberanía. La situación nos urge a encontrar nuevos espacios de participación capaces de sumar la voluntad mayoritaria de los ciudadanos a las decisiones políticas, rescatando a nuestras democracias raptadas por las élites dominantes nacidas de la globalización.