Lo que durante hace años fue el motor de la ciudad hoy queda reducido a ruinas y escombros. El poblado minero de Aldea Moret, núcleo industrial que posicionó a Cáceres como una potencia de mineral en Europa luce ahora como un vertedero con unos improvisados carteles que indican que es ruta para la vista -o no- de senderistas y curiosos. La declaración de la zona en 2011 como Bien de Interés Cultural parecía augurar el fin de la decadencia que acompañaba sin querer a los hijos del poblado minero, pero cinco años después poco ha cambiado.

La rehabilitación del edificio Embarcadero como espacio para empresarios e innovadores poco después y la apertura del Garaje 2.0 unos años después siguieron la comanda de restaurar la vanguardia y la empresa perdida. Pero más allá del centro de interpretación, los pocos vestigios que se conservan de las minas, a pesar de que algunas se han sometido a trabajos de restauración, se encuentran en un estado más que descuidado. Este diario hace un recorrido por los principales escenarios de la época dorada cacereña. La Abundancia, San Salvador, María Estuardo -de la que se conservan apenas los cimientos- o la mina Esmeralda amparan el legado minero y colectivos conservacionistas se movilizan ante este hecho.

Es el caso de Natura 2000, una asociación que camina mientras alza la voz. El colectivo programa rutas de senderismo con una doble vertiente: mostrar el patrimonio y denunciar su deterioro. Este pasado domingo, alrededor de doscientas personas comandadas por el responsable del colectivo, Salvador Vaquero, reivindicaron «el interés ciudadano por la protección de las minas». El propio Salvador Vaquero relata a este diario «el estado deplorable» de los restos y lamenta el «expolio» y la «dejación en su conservación».

Denuncia la presencia de ocupas que duermen entre las ruinas durante épocas al año en la mina Esmeralda y critica que la entrada de San Salvador se use como vertedero -en la fotografía superior-. En ese sentido, lo que reclama el colectivo es claro, «al menos mantenerlo como está». Vaquero propone «cerramientos para proteger los restos del vandalismo y más control sobre la prohibición de tirar escombros». Por último, piden más «sensibilidad» a la administración con el patrimonio y plantean la organización de iniciativas que «fomenten su conservación y la realización de rutas culturales». «Cáceres tiene unas posibilidades muy grandes», concluye Vaquero.

ERMITA DE SAN JORGE / Otro de los bastiones de la lucha de Natura 2000 en Cáceres es la ermita de San Jorge y urge «a proteger el espacio por el peligro que corren sus frescos» e insta a la administración a acelerar trámites para declararlo Bien de Interés Cultural y atajar su estado que se encuentra «al borde de su completa destrucción», apostilla Vaquero. Para ello, el colectivo programa con ayuda del Instituto Municipal de la Juventud el proyecto ‘Cáceres, naturalmente’ para reivindicar a base de zancadas una herencia histórica que, aunque desgastada, mantiene su esencia intacta.