No les descubro nada afirmando que nuestra ciudad, Cáceres, se asemeja más a un pueblo que a una gran ciudad. Lejos de pensar que tal hecho es algo malo, podría redactarles una gran lista de los pros que esto supone, y de los mínimos contras que, en mi caso, resultan si comparamos los unos con los otros.

La semana pasada, mi gran amigo Paco Rosco --fabuloso artista plástico y colaborador en este diario, como una servidora-- se declaraba un "desenamorado de Cáceres" en su columna Descriterio (si no la han leído nunca, hagan uso de la hemeroteca en la versión digital de El Periódico Extremadura, porque cada una de ellas es genial). El caso es que tal afirmación ponía en entredicho un desencanto generalizado de los que aquí vivimos hacia nuestra ciudad. Es cierto que un gran porcentaje de la ciudadanía se siente así, y que la fuga de cerebros es cada vez mayor. Incluso es lógico pensar que no existe un fructífero mañana cuando el día de hoy ya se nos pinta mal... Paco tiene mucha razón en esto, y quizás mañana sólo se quedarán las cigüeñas en sus nidos viendo emigrar a nuestras generaciones más prometedoras. Puede que suceda, pero me niego a verlo así. Ya no es un caso de lógica-ilógica, sino de cabezonería mangurrina (que me dirían mis primos pacenses).

Sea como fuere, sigo pensando que aún quedan muchas cosas por hacer aquí- llámenlo descriterio si lo desean, yo prefiero denominarlo optimismo, sin más. Me declaro enamorada de Cáceres: de sus gentes, sus calles, su cultura, su día a día, su pasado, su presente y su futuro. Un futuro que, aunque ahora parezca más oscuro que claro frente a la incertidumbre, y al que dé hasta incluso pánico mirar, no me cabe duda de que será mejor del que todos esperamos.

Mi Perspectivas de hoy es --quizás-- la de una descriteriada confiada en que todo poco a poco se asentará; pues existe mucha gente dispuesta a luchar por Cáceres, sin intención de huir, dándole una oportunidad de resurgir, de crecer- gente que sueña, apartando el pesimismo a un lado, esperando que mañana no sólo sean las cigüeñas las que se queden aquí, sino muchos más.