Es la madre de los cacereños». María Luisa de la Montaña lo tiene claro. Ni ella ni su hermana fallan un año. Juntas acompañan a la patrona siempre que pueden y formaban parte del cortejo que la escolta en su vuelta al santuario tras algo más de una semana con el bastón de mando de la ciudad. La cacereña se jacta con orgullo de llevar el mismo nombre que la Virgen y avanza a paso lento tras la banda municipal que cierra la comitiva de la patrona. «La llevamos dentro, vamos a por ella y la subimos, nos gusta acompañarla», sostiene. A unos metros, desfila Soledad Carrasco. Tiene 28 años y forma parte del relevo generacional de la devoción a la patrona de los cacereños. Luce la medalla de cofradía, regalo de su padre, y la pulsera de la Hermandad de los Estudiantes. En el Día de la Madre, paradójicamente es a su padre a quien debe la devoción por la patrona. «Es bonito, bajo con él a ver a la Virgen y es un punto de encuentro para los hermanos, siempre encuentras a gente a la que no ves hace tiempo en el camino a la concatedral», manifiesta.

Tanto Soledad como María Luisa arroparon ayer a la patrona desde su salida de Santa María. Aunque los actos de despedida arrancaron a primera hora de la mañana, la Virgen recibió un multitudinario adiós en el recorrido en el que apenas hubo huecos vacíos entre los asistentes. Al contrario que en la bajada, en la que el clima no acompañó y la lluvia y el viento coparon la procesión, la subida dio tregua en el tiempo y un sol radiante se deslizó en la ciudad desde el amanecer. La concatedral acogió la misa previa a la partida pasadas las 8.00 horas y a las 9.00 horas, el cortejo enfiló las calles del casco histórico para devolver a la patrona a su casa. La patrona lució para la ocasión el manto de raso y color azulina donado por los hermanos de carga de la cofradía en 2003 que lució por primera vez en su retorno al santuario en 2013. La comitiva estuvo flanqueada por la corporación municipal con la alcaldesa Elena Nevado a la cabeza y el obispo Francisco Cerro.

Pasada la media hora, el cortejo, caracterizado por la multitud y por el número de caras jóvenes, tomó rumbo de Pintores, donde vecinas lanzaron pétalos de los balcones para honrar a la Virgen y la banda municipal mantuvo el ritmo hasta San Juan. Similar estampa se vivió en Fuente Nueva, donde los hermanos hicieron parada para mostrar respetos al convento de las Claras, pero que enesta ocasión, tal y como ocurrió el pasado año debido al fallecimiento de una hermana, no participaron en la celebración popular. La bajada a San Francisco también enmarcó otro momento habitual en la subida y la cantante Felisa dedicó una canción y unos salvas a la Virgen. Tomó pasadas las 11.30 horas Miralrío y saltando las previsiones, no llegó hasta Fuente Concejo hasta mediodía. Fue ahí donde se vivió uno de los instantes más emotivos de la jornada. La alcaldesa, Elena Nevado, que no repetirá como candidata por el PP, recibió el bastón de mando de manos de la patrona por última vez y la cofradía quiso otorgarle un obsequio. Tras el protocolo, la regidora lució visiblemente emocionada y se fundió en un abrazo con miembros de la cofradía e integrantes de la corporación. El cortejo abordó entonces su último tramo hasta el santuario, donde estaba previsto un homenaje este año a Francisco de Paniagua, iniciador del culto a la Virgen, por el 383 aniversario de su muerte, la misa de los romeros y la bendición de los campos.