El lustro comienza con la reafirmación de El Corte Inglés sobre su deseo de llegar a Cáceres. Los grandes almacenes habían mostrado sus intenciones ya en 2003, pero esta vez ofrecieron hasta una fecha de apertura: Aseguraban que en la Navidad del 2008 abrirían su tienda en el solar del colegio Las Carmelitas.

La noticia cobró aquella vez una especial importancia ya que surgía en plena revisión del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) y precisamente la operación para instalar los grandes almacenes en el colegio de Virgen de Guadalupe obligaba a modificar aspectos del documento urbanístico. Han pasado cinco años desde aquel anuncio y la ciudad y el comercio de Cáceres continúan aún esperando la llegada de los grandes almacenes.

Y de la bienvenida a una gran empresa a la despedida de otra. El 18 de noviembre del 2005 Cáceres dijo adiós a la Waechtersbach, que echó el cierre después de 30 años de actividad. El fabricante de vajillas y loza suponía la tercera industria más importante de la ciudad, pero venía arrastrando varios problemas, entre ellos suspensión de pagos y quiebra.

El cierre se hizo efectivo entre importantes medidas de seguridad y una fuerte presencia policial que no evitó que el dueño de la empresa, Alejandro Rodríguez Carmona, resultara agredido por algunos trabajadores y tuviera que salir literalmente a la carrera de las instalaciones de la fábrica.

Para acabar la década, en el 2009 el ayuntamiento, liderado por la socialista Carmen Heras, logró el desalojo del Bloque C, en Aldea Moret, el edificio más castigado por la droga y la marginación de la ciudad. Fueron necesarias órdenes judiciales para obligar a las familias que se encontraban en situación irregular a salir del edificio. Otras muchas fueron realojadas en otros bloques del barrio.

Una vez vacío, operarios de limpieza trabajaron sin descanso durante dos días para limpiar el edificio (el patio interior, los pasillos de las cuatro plantas y el garaje), del que lograron retirar hasta doce toneladas de basura en estado de putrefacción.

En aquel momento se barajaron varias opciones para el futuro del inmueble, la primera de ellas fue su demolición para construir en su lugar un parque infantil. Después los vecinos solicitaron que se utilizara para dotar de servicios al barrio, como una comisaría, un centro de salud o un hogar de mayores. El edificio sigue a día de hoy tapiado y sin uso.