Permíteme, querido lector, que te dirija las mismas palabras con las que saluda Luciano de Crescencio a Salvador, portero de la casa en la que vive el profesor Gennaro Bellavista, y con las que comienza su Historia de la Filosofía Griega: «Tú eres un filósofo y no lo sabes. Eres un filósofo porque tienes una forma completamente personal de afrontar los problemas». Como ves, para ser filósofo no es imprescindible cursar una carrera y obtener un título. Ni siquiera es necesario que hayas estudiado Filosofía en el bachillerato ni leído un libro de la materia. Para ser filósofo solamente es necesario hacerse preguntas, no cualquier clase de preguntas claro está. En algunas ocasiones tendrás la dicha de encontrar las respuestas adecuadas pero en otras las respuestas te remitirán a otras preguntas. No debes preocuparte pues la esencia del filosofar está en saber qué pregunta debes hacer a cada cosa. Si alguna vez te has preguntado la diferencia entre valor y precio debes saber que esa cuestión está en el origen de la vida moral. Acaso habrás cuestionado el funcionamiento de la democracia. Pues la necesidad de tener una organización social que satisfaga a todos no la inventaron los políticos sino los filósofos. En ocasiones te inquietará saber si los problemas de los hombres los solucionan los dioses o deben solucionarlos los hombres. Enhorabuena. Esa fue la primera pregunta que se hizo el primer filósofo conocido de la historia. Y qué decir de la distinción entre lo Justo y lo ético. ¿Quién soy yo?, ¿ para qué estoy aquí? Sobre todas estas cosas hay verdades establecidas pero ¿por qué no vas tú a cuestionarlas y tener tu propio criterio? En eso, solo en eso serás libre. Podrán obligarte a circular en una dirección, cumplir unos horarios, atender ciertas demandas, pero tu pensamiento nunca podrán coartarlo. Tú eres el dueño de tus criterios y tú serás lo que has decidido ser. El jueves fue el día de la Filosofía. No te quedes ahí. Ni un día sin Filosofía.