Mira que los cacereños estamos orgullosos de nuestra ciudad monumental, que la paseamos con frecuencia, que le hacemos publicidad boca a boca, que la visitan gentes de todas clases y países... Pues han tenido que venir dos arquitectos de fuera para descubrirnos algo primordial: Los edificios de San Mateo hablan entre sí. Bueno, ellos, que son muy finos y modernos, no dicen "hablan" sino "dialogan". Civilizadamente, que ya son mayorcitos. Pero los arquitectos, que son muy listos, se han dado cuenta de que con algunos de los edificios es muy difícil dialogar. No es que sean soberbios sino pobretones y por lo tanto han decidido tirarlos. En su lugar quieren levantar un edificio "valiente, en consonancia con la monumentalidad del entorno". Hay que reconocer que hasta que ellos han enseñado el proyecto todos estábamos equivocados, incluido el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, sobre lo que significa la "consonancia con el entorno". La plaza de San Mateo, nos dicen, contará con un regalo en nombre de "dos cacereños que aman a su ciudad apasionadamente". Quiénes se oponen al proyecto ¿aman a la ciudad? ¿O algunos tienen la exclusividad? ¡Qué miedo me dan los que necesitan hacer gala de su amor a la ciudad! Porque eso mismo aseguraron los que derribaron la Puerta de Coria y los que perpetraron un pasadizo desde el Museo a la Casa de los Caballos.

En sus charlas, los edificios se cuentan chistes. ¿Sabes aquel de unos tíos que en nombre del respeto a las leyes ponen trabas a los particulares que necesitan abrir una simple ventana para respirar y no tienen reparo en superar volúmenes y derribar ilegalmente? ¡Qué risa! ¿Y el del moderno?