No te entretengo más. Frase educada y elegante que suelen pronunciar los cacereños con mucha urbanidad cuando creen que una conversación callejera está llegando a su fin. En la ciudad feliz se mide el cacereñismo por el tiempo que se tarda en recorrer el trayecto que va de la Cruz de los Caídos a la plaza Mayor, donde lo normal es detenerse a charlar con conocidos entre media docena y una veintena de veces para acabar sabiendo todo de todos y facilitando que todos sepan todo de uno. Pero como esta inveterada costumbre charladora produce en el fondo un poco de reparo, en la ciudad feliz se ha popularizado la expresión no te entretengo más para despedirse disimulando condescendencia después de haber entretenido a nuestro interlocutor un buen rato.

La sutileza indefinida

O algo. Expresión familiar cacereña que se usa para rematar determinadas frases y que sirve para casi todo: para referirse a lo desconocido, para evitar tomar una decisión, para disimular la indolencia con la indefinición, para no comprometerse... En la ciudad feliz , se dice que la vecina es viuda o algo, que el sobrino estudia ingeniería o algo, que voy a ver si me compro un BMW o algo, que la señora que pasea con el peluquero de la esquina debe de ser su mujer o algo, que EL PERIODICO EXTREMADURA regala esta semana un DVD de animales o algo, que qué te parece si salimos el sábado a cenar o algo... Esta disyunción indeterminada y multiusos pertenece a ese ámbito tan cacereño de la sutileza indefinida, que permite sugerir sin presionar, aventurar sin presumir, indicar sin avasallar: "¿Te apetece hacer el amor o algo?".

O así. Fórmula del ámbito de lo indefinido. Variante del o algo . "¿Tienes una Aspirina o así?... Creo que son primos o así".

¿Pero cómo no lo vas a conocer?. Expresión indignada que emplean mucho los familiares o los amigos en la ciudad feliz para afear a los parientes y amistades el desconocimiento del resto de la ciudadanía. En Cáceres es muy común escuchar que el Womad es un rollo porque bajas a la plaza y no conoces a nadie. En Cáceres, lo que gustan son las fiestas donde todo el mundo se reconoce. Por esta razón, el acontecimiento favorito de los cacereños de toda la vida es la bajada y estancia de la Virgen de la Montaña en Santa María, cuando las gentes de toda edad y condición acuden a visitar a la patrona y amigos, vecinos y familiares se reencuentran y se reconocen. Con estos presupuestos, es natural que resulte inconcebible que un cacereño de pro no sepa quién es fulanito o menganita, siempre que ellos sean de buena familia o, cuando menos, de una familia de toda la vida. En caso de que se dé esa ignorancia, madres y abuelas se indignan muchísimo y riñen a sus vástagos con esa expresión nacida en el ámbito de lo inconcebible: "Bueno, tú estás tonto, ¿pero cómo no lo vas a conocer?". Y es que en la ciudad feliz , un cacereño que desconoce es lo mismo que un barcelonés que no sabe catalán o un vasco que no tiene ocho apellidos euskaldunes.

Pesca. En el diccionario de la Real Academia, pesca es el arte u oficio de pescar o el conjunto de lo pescado: "La pesca fue abundante", pero nunca es pesca el pescado que se come. En la ciudad feliz , sin embargo, el pescado siempre ha sido la pesca y así se expresan desde hace siglos madres, pescaderos y mesoneros: "Hoy tenemos pesca rebozada... Voy al mercado a comprar pesca... Mire qué pesca tan fresquísima, doña Felisa: lubinas, tencas, boquerones..." En algunos restaurantes, incluso, tras el epígrafe entrantes, viene el encabezamiento pesca, provocando la extrañeza del turista de otros lares. Pero la expresión cacereña tiene su lógica: si un filete a la plancha es un plato de carne y una perdiz a la moda de Alcántara es un plato de caza, por fuerza, un besugo a la espalda habrá de ser un plato de pesca.