Llegó de Nicaragua hace cuatro años y en Cáceres lleva dos. Se marchó de su país «porque lo que se ha consolidado allí desde 2007 es un sistema político muy autoritario. Somos muchos los nicaragüenses que hemos solicitado asilo desde entonces, a Costa Rica, Panamá, Estados Unidos y España, porque sufríamos una flagrante violencia en cuanto al cumplimiento de los derechos humanos». Este es el inicio del relato del joven de 28 años Gabriel Blandón, que al llegar a la ciudad también ha sufrido la incomprensión y el vacío, esta vez de propietarios de pisos o de inmobiliarias que por el único hecho de ser extranjero se niegan a alquilarle un piso.

Gabriel ha padecido esta situación en decenas de ocasiones, pero es la primera vez que decide dar el paso de denunciarlo ante la opinión pública. Es un joven «gentil», como dicen en su tierra al referirse a las personas educadas y de buenos modales. Con residencia en España y trabajo en una empresa de mantenimiento y jardinería, el afectado explica que al llegar la pandemia del coronavirus, como le ha sucedido a la inmensa mayoría de trabajadores de nuestro país, le redujeron la jornada.

Vive en la barriada del Espíritu Santo, pero ahora busca una vivienda más económica puesto que su situación laboral ha cambiado. Le interesaba un piso en Colón. «La persona que me atendió, no sé si particular o de inmobiliaria, me dijo que no, que el dueño no quería saber nada de extranjeros. Ya me ha pasado tantas veces y he visto cómo mucha gente se calla, que en esta ocasión he preferido contarlo».

Gabriel lamenta que exista la discriminación, el sentimiento racista, «y más viniendo como vengo yo de un país violento, donde se incumplen todos los derechos humanos. Siempre suelo decir que soy como cualquiera de vosotros, con las mismas responsabilidades y obligaciones. Y por eso quiero que se me trate de manera adecuada».

Recuerda que «hay un rechazo generalizado a alquilar casas a extranjeros, es un estigma, piensan que venimos a quitar empleo y a recibir subvenciones». Gabriel se animó a escribir un artículo de opinión del que se hicieron eco la Fundación Triángulo y la Plataforma de Personas Refugiadas. Precisamente este último colectivo ha emitido un comunicado: «‘No tengo alquileres para vosotros’. Esa es la respuesta textual que recibió Gabriel, un inmigrante residente en Cáceres, cuando se puso en contacto con el dueño de un piso que se publicitaba para alquilar. Ni explicaciones, ni saber si tenía trabajo, estudiaba, contaba con recursos para pagar, si era africano o latinoamericano. Nada, solo un 'no' rotundo. Y la situación se repitió tres veces en una semana». Lo mismo, después de esto, alguna conciencia recapacita.