Lleva más de 20 años encargándose de los puestos de venta ambulante y el montaje de los escenarios en las casetas municipales. A sus 63 años, Dionisio González Ollero, encargado de la brigada de Obras del ayuntamiento, es uno de los veteranos que trabaja en ferias para que los demás puedan divertirse.

--¿Se siente ´fontanero´?

--Hago de todo. Hubo un año que estuve tres días sin salir de la feria. Era distinto a ahora. Antes solo había barro. No paraban de pedirme grava. Los primeros años en el ferial actual fueron terribles. Nos venimos aquí en 1989. Cuando llegamos era un erial. Solo estaban las paredes de la hípica.

--¿Cuándo se produjo el mayor cambio en el recinto?

--A partir de 1994 cuando se empezó a echar aglomerado.

--¿Cuántas horas trabaja?

--He llegado a salir de aquí a las seis de la mañana, me ido a lavar a casa y a las ocho estaba otra vez en el ferial. Ahora ya puedo dormir más. No es como antes.

--¿Quiénes forman su equipo?

--Este año rondará las quince personas entre fontaneros, carpinteros, pintores y montadores.

--¿Qué le falta al recinto?

--El saneamiento. Es fundamental. El recinto es muy llano y el terreno chupa bien el agua.

--¿Cuál es su fórmula para entenderse con los feriantes?

--Hablar mucho con ellos y, aunque sea un tópico, también quererlos. Sé el nombre de todos y algunos me felicitan las Pascuas.

--¿Qué es la feria?

--Un reto que conquistar día a día. Primero, a la gente que viene a alquilar los puestos, aunque me tenga que cabrear con algunos porque les falte educación.