La diputación pone en marcha un plan para atajar el problema de las termitas en el complejo cultural San Francisco, que ya afectan a un 10% del total de la superficie de este histórico monumento con seis siglos de historia. Por el momento estos insectos solo han copado las plantas baja y el semisótano del antiguo monasterio, donde se encuentran, entre otras dependencias, el auditorio o el conservatorio de danza. En este último espacio han invadido, por ejemplo, la plataforma en la que bailan los alumnos aunque hasta ahora no han deteriorado el mobiliario de valor histórico que custodia el complejo.

Precisamente para evitar que las termitas acaben copando todas las superficies de madera que hay en el monumento y los destrocen (son insectos que se comen la madera) la diputación, propietaria del edificio, ha puesto en marcha un plan para eliminarlas. Después realizará labores de prevención para proteger que no vuelvan a afectar al inmueble. De momento, tal y como explica Carlos Romano, arquitecto técnico de la sección de mantenimiento del servicio de arquitectura de la institución provincial, se han colocado los primeros cebos en las superficies donde hay madera de las plantas afectadas.

Estos cebos contienen una sustancia (feromonas de madera) que atrae a las termitas. Una vez que el insecto se ha dirigido al mismo y se adhiere a esa sustancia, esta se cambia por otra que es la que afecta a su supervivencia. Las termitas transportan este otro alimento en el estómago y lo transmiten por sí solas al resto de los individuos del termitero. «De esta forma la materia activa que contienen los cebos será transmitida a toda la colonia, es decir, no solo se verán afectadas las termitas que comen directamente del cebo, sino también el resto», explica el técnico. Es una forma de atacar a todos los insectos de una vez. Dice que este es el proceso más efectivo: «Está comprobado que utilizar otras técnicas puede provocar que queden algunos individuos vivos que luego se establecen por su cuenta creando una subcolonia», añade.

La sustancia que contiene el cebo no es tóxica ni para el ser humano ni para el monumento. «Se ha pensado precisamente en que el tratamiento pueda aplicarse sin tener que detener la actividad del complejo por eso no afecta a los usuarios ni menoscaba el monumento estéticamente», explica el especialista.

UN TRATAMIENTO LARGO / Se necesita como mínimo dos años para eliminar toda la plaga, aunque el tratamiento que ha puesto en marcha diputación tiene una duración de cinco años, porque conlleva también tareas de prevención para prevenir que vuelvan a reaparecer. «La termita es endémica en todo Cáceres, en el complejo San Francisco está de toda la vida porque está en la ribera, en terreno bando», asegura Carlos Romano.

Ya se ha contratado el servicio, que costará más de 45.000 euros. Tras realizar un estudio del estado y del nivel de afectación, se van a colocar un centenar de cebos, empezando por las partes que están afectadas, aunque después se distribuirán por el resto del edificio para controlar que no crezcan más termiteros.