“Los últimos años del reinado de Fernando el Católico (1505-1517)” será siempre un título sugerente, especialmente por el personaje del que se trata y, por supuesto, por quien ha escrito este libro, el catedrático de Historia Medieval de la Universidad Complutense de Madrid y académico numerario de la Real Academia de Historia, Miguel Ángel Ladero Quesada, que vive en Madrid pero de familia de Trujillo, que conoce Extremadura y que será el encargado de estrenar hoy la sala de conferencias del Palacio de los Golfines de Abajo, sede de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno.

En esta obra, patrocinada por la Fundación como contribución a la conmemoración del V Centenario de la muerte de Fernando el Católico promovido por el Ayuntamiento de Madrigalejo (Cáceres), el profesor Ladero desgrana el periodo desde que el rey se hace en 1505 con la gobernación de España hasta su muerte en Madrigalejo; repasa igualmente el posterior gobierno del cardenal Cisneros y la llegada al trono de Carlos V.

Un total de 400 páginas en las que Ladero describe la política exterior del Rey, su objetivo de controlar la ruta del Mediterráneo, la política dinástica y sus relaciones con Enrique VIII o Maximiliano. El catedrático también aborda la política interior llevada a cabo por Fernando en cuestiones como la fiscalidad, la Hacienda, su relación con los nobles y su vida cotidiana en la corte. Pero además el autor indaga en los problemas generados con la Inquisición, la entrada del Renacimiento, la religiosidad de la época y algunas supersticiones.

La muerte del Rey

Interés especial merece en el libro la muerte del Rey en Madrigalejo. Ladero repasa los viajes del monarca a Extremadura (hizo hasta 12), en especial el último en enero de 1516. La intención de Fernando era viajar a Guadalupe, en cuyo monasterio existía una famosa escuela de medicina y donde los reyes disponían de un palacio junto a la Hospedería Real, que se destruyó a mediados del siglo XIX.

El Rey, con 62 años a punto de cumplir 63, se encontraba muy debilitado de salud y buscaba en Guadalupe la sanación de sus males, provocados en parte por las pócimas que bebió, la gota, el reuma y la artrosis. En el viaje de Plasencia a Trujillo empeoró de tal manera que tuvo que detenerse en Madrigalejo. La localidad cacereña era fin de etapa (él y su comitiva recorrían al día entre 15 y 20 kilómetros en andas) y en ella existía un edificio, la Casa de Santa María, dependiente del Monasterio de Guadalupe que aún se conserva en la actualidad y que alojaba a huéspedes y peregrinos.

La pretensión de Fernando era curarse en Guadalupe para luego viajar hasta Sevilla y organizar un ejército y una flota, de manera que Extremadura era una ruta de paso. Pero no pudo concluir sus anhelos y en Madrigalejo muere no sin antes redactar su último testamento.

El profesor Ladero recuerda en una entrevista concedida a este diario la enorme aportación de Fernando El Católico a la historia de España, «unió todos los reinos en una sola corona, con él comenzó la unión política española como la conocemos en la actualidad e, indudablemente, diseñó la política europea y la monarquía española de los 200 años posteriores a su reinado».

Una oportunidad única de escuchar al profesor Ladero esta tarde a partir de las siete de la tarde, también en un entorno único, el palacio de los Golfines de Abajo, propiedad de una Grande de España, Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, fallecida en 2012, descendiente directa de la familia Golfín y propietaria de este edificio, una de las joyas de la ciudad monumental de Cáceres, ahora abierto a la cultura. H