La compañía Teatro De Fondo nos deslumbró con su enorme alarde interpretativo y divirtió con tal variedad de aventuras literarias, amorosas y de identidad de género, que obligaban a un cambio de actitudes sociales en la pléyade de personajes que se encarnaron muy sencilla y meteóricamente en escena por parte de los cinco buenos actuantes.

Fue un trepidante viaje a través del tiempo presentando multitud de personajes y costumbres de distintos países, a lo largo de cinco siglos, pese a la eterna juventud del protagonista. Todo su empeño literario era acabar y conseguir publicar para él su mejor poema, titulado El roble, pero deshaciéndose de su ingente obra escrita; así como intentar conquistar, además de amantes, un marido que le permitiera poder heredar la inmensa fortuna familiar. Hasta convertirse Orlando en mujer tras un prolongado sueño de varios días.

Resultaba desconcertante e ingenioso a la vez el que se valieran, para contar tan abigarrada historia, de cuatro biógrafos, que con su pluma de ave en ristre, alternaran la narración comentada de cada hecho o cambio de época, con la interpretación de cuatro personajes más cada uno; por tanto a más de 16 personajes les dieron vida con mucha soltura y muy pocos elementos caracterizadores y de escaso atrezzo, que también se transformaba en un santiamén. Cierto que ayudaban para ese meteórico seguimiento unos paneles laterales y un ciclorama de fondo, donde se proyectaban siluetas y , además de unos rótulos cronológicos o situación del protagonista, con los oportunos juegos luminotécnicos.

Todo era cuestión de imaginación y de intentar seguir este trepidante y burlesco juego metateatral, con tanto repentino cambio y transformación acelerada, que exigía del espectador un plus de atención y desciframiento. Es cierto que una minoría del público captaba rápidamente las múltiples ironías y las constantes burlas de unos personajes bastante ridiculizados o paródicos, con abiertas carcajadas. En general el muy abundante público los premió con entusiastas aplausos finales.

Pues los cinco actores, con tanto desdoblamiento, demostraron una capacidad interpretativa asombrosa, especialmente con la expresión corporal. Especialmente convincente resultó Rebeca Sala como una virtuosa transformista haciendo de protagonista en el divertido Orlando. No menos ocurrentes estuvieron los cuatro biógrafos o narradores-actores: el poeta Gustavo Calvo, el crítico Pablo Huetos, el experto Pedro Santos y la pizpireta aprendiz Gema Solé.

Pasamos una velada amena, con este raro espectáculo, al dramatizar muy originalmente la curiosa novela Orlando de la famosa escritora Virginia Woolf.