Son los nuevos encantadores, pero no de serpientes. Acuden cuando se les llama e intervienen en casos de urgencias. Javier García, un agricultor de Valdesalor, tiene como segundo oficio el desalojo de los enjambres que aparecen en lugares tan dispares como árboles, persianas o azoteas.

"Lo más importante es no hacer nada. Hay que avisar a un experto porque puede haber peligro de que piquen", explica este apicultor que hace su propia miel con las abejas que captura . El procedimiento, añade, es aparentemente sencillo aunque reviste cierta complicación "si se mosquean".

Normalmente, cuando abandonan el colmenar de origen para ir en busca de otro, las abejas llevan el estómago repleto de miel y disponen de un margen de dos días para encontrar su nuevo alojamiento y construir panales de cera. Javier García defiende el carácter "pacífico" de las abejas: "Pican atrás con el aguijón. Si tienen el abdomen lleno, es difícil que te piquen. No suelen ser agresivas. No van con el afán de defender la colmena porque no la tienen", afirma.

El siguiente paso consiste en instalar el colmenar con las celdas para que los insectos se acomoden y puedan hacer vida propia. Ese proceso dura unos días, "hasta que ellas empiecen a sentirse como en casa". El campo y los cuidados del especialista se ocupan del resto.

"Lo que no hay que hacer nunca", explica Javier García, "es ir con el insecticida a por las abejas". A pesar de ello, las picaduras son buenas para enfermedades como el reúma "siempre que se haga con precaución". Mientras tanto, y en caso de encontrarse con un enjambre, lo mejor es siempre llamar a la policía local.