Clemente Checa y Julia Campos eran oriundos de Rueda de la Sierra en Guadalajara. Era Clemente un agricultor al que le dieron Cáceres como destino cuando aprobó unas oposiciones a una plaza de capataz de Telefónica en los años en que la empresa tenía una caseta en la carretera de Salamanca desde la que salían cada mañana los operarios a resolver incidencias por toda la provincia.

El matrimonio residía en el número 8 de la calle Marqués de Oquendo, en una casa muy acogedora y muy grande, con un patio y un olivo. En el barrio había una escuela de infantil que llevaba una profesora llamada Lali y los Checa eran vecinos de los Lucas y de Maribel , que se casó con Macario , un maestro cuyos padres tenían una carbonería por el barrio de San José.

Clemente y Julia eran padres de cinco hijos: la mayor se llamaba Crescencia , que ha muerto con 97 años y la cabeza como un reloj; le seguían Julián , que fue maestro, director del colegio de Castuera y llegó a ser alcalde del pueblo; Saturnino , también maestro, director del Cervantes y uno de cuyos hijos, Clemente , es catedrático de Derecho Financiero y fue presidente del Consejo Económico y Social de Extremadura; Felipe , que hizo oposiciones a Telefónica y se fue a Madrid, y Juan Francisco , conocido por todos como don Juan Checa .

Don Juan estudió Magisterio en las Normales y aunque la docencia era su gran vocación, le pudo su espíritu inquieto y aventurero, de manera que se hizo militar: fue alférez en Larache, en Tetuán, donde daba clases a los regulares, y luego lo destinaron a Ferrol. Allí conoció a Jacinta Simó Casal , que era hija del ingeniero naval Ramón Simó y de María de los Angeles Casal , que murió muy joven, de modo que Jacinta, con tan solo 7 años, tuvo que ocuparse del cuidado de sus otros tres hermanos: José Ramón , Minucho y María de los Angeles .

Ferrol

Residían los Simó en una casa de tres pisos del número 23 de la calle Magdalena, en un edificio de esos que tenía un botón arriba, tocabas el timbre, tiraban de una cuerdecita y subías al piso. Era esa una casa muy grande y muy bonita, de suelos encerados y ventanales de preciosas cristaleras. Los Simó pertenecían a una familia acomodada cuyo bisabuelo mantenía una estrecha amistad con el marqués de Amboage , así que la bisabuela siempre iba al teatro Jofre de Ferrol en coche de caballos y tenía un palco para ella sola.

Don Juan se enamoró perdidamente de la bella Jacinta y con ella tuvo tres hijos. María de los Angeles , María Jesús y Pilar . La familia comenzó viviendo en el barrio de Canido. Pero don Juan no olvidaba su vocación primera y ya en esa casa puso una academia en la que impartía clases particulares. Dada la condición de militar de don Juan, la familia se trasladó al poco tiempo a Madrid, de ahí al Valle de Arán --donde don Juan fue juez de paz--, después a Zaragoza y finalmente a Valencia. Estando en Valencia se publicó una disposición por la que los militares podían acogerse a clases pasivas y los mandaban a destinos civiles. Checa no lo dudó y a los pocos meses ya estaba destinado al Catastro de Cáceres.

El Catastro estaba en la calle San Pedro. Era una oficina muy grande pero muy lúgubre con tres o cuatro empleados por cada habitación, entre ellos Cobian , Manuel Encinas , y Cuqui y María Elena , que fueron las chicas de Hacienda de toda la vida.

La familia Checa comenzó viviendo en el número 14 del Camino Llano, al lado de unas peñas muy grandes, en una casa en cuya planta baja residía la señora Luisa (que su hijo Paco fue encargado de la Zapatería Martín, que tenía una hermana, Paquita , que su marido trabajaba en El Barato), María Luisa . que se casó con Martín , que era carnicero, y los Iglesias , que él era empleado de Telefónica. En la esquina había un taller mecánico que llevaba un señor que tenía varios hijos, Papi e Hilario entre ellos, todos muy conocidos en la ciudad.

De Camino Llano se trasladaron los Checa al número 9 de Barrio de Luna donde también vivía Luis , empleado del Instituto Nacional de Previsión, y debajo las dueñas de la casa: doña Antonina y doña Antonia , una maestra y otra enfermera, que eran de Garrovillas. Enfrente residían los Ortega , ella una señora encantadora con tres hijas y dos hijos, uno de ellos, Eduardo , se casó con Pili Rincón .

Al lado estaba el señor Muro , un hombre atípico que ponía zarzuela desde la mañana a la noche y Jacinta, la mujer de don Juan, abría las ventanas para escuchar aquella inolvidable serenata. En el barrio estaba igualmente la residencia de Cristo Rey, vivían los Rey y la señora Paca , que tenía una lechería y que sus hijos eran muy conocidos.

Ya en la calle José Antonio estaba la panadería de los Romero , que llevaba el señor Pepe , que fue torero. Un poco más allá vivía Kalín , empleado de banca, las peluqueras Maruja y Nena , que tenían dos hermanos encantadores, y enfrente de ellas estaba el comercio de zapatos conocido como Los Zapaterinos, que iba todo Cáceres allí porque podías pagar como quisieras. En la calle José Antonio también vivía otra rama de los Muro , la de Manolo Muro , que tenía tres hermanas guapísimas, y un poco más allá Víctor Claver y los Rosa , que algunos se hicieron médicos. Residían igualmente militares, estaba el comercio de los Pérez Cambero , Juan Ramón Marchena , los Borges , los Pasán y tantos más.

Aunque era inmensamente feliz aquella vida, con mucha frecuencia la vocación docente llamaba a la puerta de don Juan Checa. Así que no tardó don Juan Checa en contactar con don Juan Muriel , conocido maestro que tenía el Colegio La Inmaculada, escuela muy conocida en la calle Margallo. En esa época, surgió a don Juan Checa la oportunidad de quedarse con el colegio, que don Juan Muriel iba a dejar. Checa era entonces presidente del Servicio Español de Magisterio (el SEM), cuya oficina estaba en la Jefatura del Movimiento, donde también se encontraba el Teatro Español Universitario.

Don Juan Checa inició los trámites y junto a Amador Pulido , que había sido el anterior presidente del SEM, Víctor Perales , Francisco Paz , Saturnino Checa , María del Carmen Díaz de la Torre y Pedro Bohoyo constituyeron el consejo de dirección del colegio La Inmaculada para convertirlo en legalizado privado. Fueron unos años preciosos y era tal la demanda de alumnos que los Checa crearon otra escuela que compaginaban con la de Margallo: estaba en la calle San Justo, detrás del comercio de Cascos . La llamaban el Colegio Chico, porque allí iban los alumnos más pequeños, que al concluir sus estudios pasaban a La Inmaculada de Margallo. El Colegio Chico tenía dos habitaciones grandes, un patio, un aseo, dos ventanales grandes desde los que se veía una carpintería, y el recreo en la calleja. Del Colegio Chico se ocupaba Jacinta y algún que otro profesor eventual, pero la vida quiso jugar una mala pasada y un cáncer de matriz se llevó a Jacinta con 45 años. La morriña invadió entonces a don Juan Checa, que dos años después, el 17 de enero de 1964, falleció tras una congestión pulmonar.

Pese a la dificultad emocional del momento, las hijas de don Juan y de Jacinta salieron adelante: María de los Angeles ya era entonces maestra, carrera que terminó a los 17 años: dio clase en el Extremadura y en el Delicias y hoy, ya jubilada, es profesora de Actualización Cultural en el Hogar de Mayores Peña del Cura. Pilar sacó unas oposiciones en Telefónica y María Jesús fue maestra en Hinojal, luego se marchó a República Dominicana, ha sido senadora y preceptora del Príncipe Felipe .

Y en la memoria don Juan Checa y los cientos de alumnos que pasaron por sus aulas: Antonio Acedo Gallego , Angel Mateos Valle , José Luis Franco , José y Luis Guillén Zancas , hijos de Petra Zancas que fue la primera gestora administrativa de Cáceres que tenía la oficina en Margallo, los Del Aguila , que eran carniceros, los Santano , Juan de la Cruz Gutiérrez Gómez , Angel Herreros , Maribel Canelo , Antonio Rolo , Juan Ruiz Peña , Santiago Tostado García , Pedro Hurtado Ricafort , Emilio Mateo Borreguero , José María Marra Gracia , José Luis Torres Márquez , Ramón Gil Rodríguez , y tantos más, imposible citarlos a todos.

Tras ellos la figura espigada de don Juan Checa, aquel a quien la vocación le pudo más que el ejército, aquel que se enamoró en Ferrol de la bella Jacinta, aquel a quien aun hoy Cáceres rinde su más respetado tributo.