El radón-222 es un gas radiactivo natural procedente de la cadena de desintegración del uranio-238, que se encuentra la corteza terrestre, y por tanto, en toda la naturaleza, especialmente en zonas graníticas. Constituye la principal fuente de radiación ionizante para la población mundial, pero salvo muy contadas excepciones no presenta niveles altos al aire libre y se dispersa con rapidez. Al tratarse de un gas noble, no hace daño directamente a las personas porque no se mezcla con nada. Su problema radica en que se va descomponiendo radiactivamente en polonio, bismuto, plomo... Son descendientes de vida corta que, si se concentran, afectan a la salud de las personas.

INTERIORES / Por ello, el riesgo estriba en la acumulación dentro de los inmuebles situados en ciertas zonas con más presencia de radón, en suelos muy permeables o con un alto contenido de radio-226. No obstante, el radón pesa 9 veces más que el aire y por tal motivo no es habitual encontrarlo en los pisos elevados. De hecho se suele medir en casas bajas, más asentadas sobre el suelo, o como mucho en la primera planta, y especialmente en todos los sitios donde haya construcciones subterráneas, sótanos o bodegas, en definitiva, inmuebles en contacto directo con el terreno.

EFECTOS / La exposición prolongada a niveles elevados de radón implica un riesgo para la salud. De hecho se trata de la segunda causa de cáncer de pulmón en el mundo, solo por detrás del consumo de tabaco. Desde 1988 está clasificado como cancerígeno humano del Grupo 1, que engloba a los 107 agentes más nocivos (alcohol, tabaco, amianto, arsénico, benceno...). Diversos organismos internacionales y un buen número de países han emitido recomendaciones normativas de carácter obligatorio con el fin de controlar las exposiciones tanto en viviendas como en lugares de trabajo.

ACUMULACIÓN / En todo caso, la concentración de radón depende de la cantidad de uranio que contienen las rocas y el suelo, de las vías que encuentre para entrar en las viviendas, de la estanqueidad de las mismas y de sus niveles de ventilación. De hecho, la presencia de radón varía entre dos casas vecinas y dentro de una misma casa de un día para otro. Su acumulación depende de que existan grietas y porosidades en las rocas, y de su capacidad de filtrarse en los inmuebles por tuberías, cables, sumideros, desagües, grietas o poros de las paredes. La medición resulta sencilla con un pequeño recipiente de carbono activo.

SERENIDAD / Es necesario insistir en que este gas no entraña peligro al aire libre, y en cuanto a las casas, una buena ventilación puede reducir en minutos su concentración. Además, la construcción tiene soluciones efectivas para evitar que entre en las viviendas, y en su caso, para impedir que se concentre de forma peligrosa. De hecho, el Código Técnico de la Edificación se amplía para introducir medidas obligatorias en las nuevas viviendas, ya existentes en otros países.