Los turistas que llegan a la ciudad feliz se percatan enseguida de que el único destino bien señalizado es el párking de Obispo Galarza. Pero como pretendan ir a cualquier otro lugar del casco antiguo, se verán abducidos por un laberinto endemoniado.

De todos los accesos imposibles, el que se lleva la palma es el del Parador de Turismo. Ya estoy habituado a encontrarme por San Francisco a perdidos turistas extranjeros que me preguntan por el singular hotel de la calle Ancha. El pasado domingo me pararon dos.

El primero era portugués. Se detuvo junto a la Residencia, bajó la ventanilla y me preguntó por el Parador. Bueno, el señor lusitano dijo el Pagadog . No sé portugués, pero sí hablo gallego con fluidez y en esta lengua le expliqué el laberinto.

En gallego, no

Nunca lo hubiera hecho. Los portugueses prefieren que les hablen en castellano, en inglés o en buen portugués, nunca en gallego, pues aunque son idiomas semejantes, tienen sutiles diferencias y los lusos acaban haciéndose un lío: esperan el español y se encuentran con una lengua que les parece una mezcla de todo. El caso es que lo informé y el buen señor se encaminó hacia el Pagadog .

Siempre he querido saber por qué los portugueses tienen tanta facilidad para los idiomas. Hace poco asistí a un debate de varios sabios sobre la cuestión. Uno argumentaba que se debía a que las películas en Portugal no se doblan. Otro aducía que la razón era su estrecha relación histórica con Gran Bretaña. Había quien creía que todo se debía a que los pequeños países han de ser políglotas para manejarse en el mundo de los grandes países y yo me quedé con la teoría de que no les da vergüenza hablar en otra lengua, mientras que los españoles tenemos tanto sentido del ridículo que siempre creemos que los extranjeros se ríen de nuestros esfuerzos fonéticos para decir oiseau o house .

Yo no soy políglota, pero no me da vergüenza chapurrear lo que sea. Por eso, cuando al rato del encuentro con el turista portugués me topé con un inglés perdido en la rotonda del parque de Fuente Fría, no tuve problemas para orientarlo, a pesar de que no sé construir una maldita frase en el idioma de Shakespeare y las Spice Girls .

"¿Pog favog, dónde está el Pagadog?", preguntó el británico. Lo llevé a la esquina, le indiqué que debía ir por donde se veía un car white (por lo del whisky Black & White) y había una indication yellow (por lo de Yellow Submarin ). Después llegaría a una street closed (por lo de closed y open ) con un interphone . Un police diría ¿yes? , él respondería ¿Pagadog? , el police , open street ... Y voil . Lo de vualá es francés, pero el inglés lo entendió. Moraleja: los del Pagadog bien podrían poner más carteles o regalarnos cursillos de inglés para turistas despistados.