Defender los derechos de los más débiles. Ese es el objetivo de Tierra, Agua y Sol, una oenegé que trabaja en diferentes países, especialmente con mujeres y niños de la calle con la colaboración de las personas que viven en la región, instituciones internacionales y locales, así como voluntarios. Uno de esos lugares es Nepal, donde han acudido las cacereñas Julia Campuzano y Ana Blanco, psicólogas que tras concluir su preparación del PIR decidieron tomar rumbo a Kathmandu, donde la asociación inició en 2010 el proyecto de apertura de una casa de acogida para niñas en situación de desamparo, donde pueden vivir hasta los 18 años.

La casa está preparada para acoger a las niñas que son atendidas tanto material como afectivamente por el personal contratado como cocinera, coordinadora, limpiadora, así como los voluntarios que colaboran en la educación de las niñas. La educación es totalmente prioritaria en la formación de las pequeñas, quienes asisten a un colegio privado, además de contar con clases de apoyo extraescolares bajo la dirección de la coordinadora de la casa.

Jesús Campuzano, padre de una de las cacereñas, explica cómo su hija trabaja en este orfanato en el que residen entre 20 y 50 niñas, muchas de ellas entre 6 y 12 años, un local en el que las dos voluntarias realizan tareas de apoyo más físico que educativo. Julia y Ana ayudan a las pequeñas a vestirse, por ejemplo, pero sobre todo es una lección de vida la que se llevan frente a esa sociedad que califica a las nuevas generaciones con apelativos como ninis, ni estudian ni trabajan. "Ellas tienen inquietudes, tienen 24 años, les dan alojamiento, comida, un catre, la ducha es un cubo, el aseo en el suelo... pero sabían a lo que iban", cuenta Jesús, orgulloso de lo que, sin duda, es una gesta cargada de solidaridad y ayuda a los demás.

"Cuando dijeron, 'nos vamos' confieso que yo tenía ciertos reparos, pero terminaron de estudiar y enseguida estaban haciendo escala en Estambul", explica Campuzano, que relata como hace poco su hija también estuvo en Alemania, trabajó en hostelería... Sus tres hijos están fuera. Jesús en Lyon, Angela en Italia y Julia en Kathmandu. "Todo lo que salgan fuera es abrírseles los ojos y de volver siempre hay tiempo. Les digo: aquí, al regresar, tendréis comida y dormida".