A Fiona Mauchline, una escritora escocesa que decidió trasladarse desde Sevilla a Cáceres hace algo más de un año, las multas no le van a hacer cambiar de idea: siempre le gustó la calle Caleros para vivir y trabajar y ha decidido quedarse a pesar de que ya fue sancionada hace unos meses por dejar su coche junto al número 53 donde vive. "Lo aparcaba en Mira al Río hasta que una noche me lo destrozaron. Todavía no sé si será siniestro total", explica.

Agustina Becerra lleva casi toda su vida en el casco viejo. 54 años en la calle Arco del Cristo la contemplan y la situación sigue igual. "Nada ha cambiado. Sigue sin haber aparcamientos". Afirma que a su hija, que vive en Caleros, también la multaron. No ha vuelto a dejar el coche en la calle, que ahora estaciona en un garaje familiar para evitar sorpresas desagradables en forma de multa.