Vivir la Navidad desde una cama de hospital no resulta nada fácil, pero los pequeños que se encuentran ingresados en el San Pedro de Alcántara dan a todos un ejemplo de resignación. "Echo de menos a mis amigos, pero como sé que tengo que estar aquí intento pasarlo lo mejor posible", comenta Cristina, una de las niñas ingresadas en el centro que ayer asistió al festival de villancicos que se ofreció para ellos.

Una treintena de niños de Alcuéscar, de los grupos de catequesis de la Casa de las Religiosas Hijas de la Virgen para la Formación Cristiana, compartieron con ellos una tarde festiva. Sus canciones, bailes y juegos dieron a la rutina hospitalaria diaria de los pequeños un breve respiro y una buena dosis de medicina navideña.

Los testimonios

Junto a Cristina presencia la actuación Antonio, un chico de 12 años al que no le hace mucha gracia estar en un hospital en vacaciones. Pero lo acepta y espera poder volver con sus amigos este mismo fin de semana.

Ambos llevan regular lo de estar ingresados, pero su edad les hace ser pacientes. Para Roberto y José Luis sus dos y tres años hacen que la paciencia tenga que ser más aliada de sus padres que de ellos. "Se aburre mucho y eso hace que se muestre muy inquieto, pero qué vamos a hacer", comenta la madre de Roberto, Rosalía, que reconoce que está deseando volver a Valencia de Alcántara, porque echa mucho de menos a sus otras dos hijas, de 11 y 8 años.

El pequeño José Luis, de Madroñera, es el que más tiempo lleva ingresado, 10 días, por lo que sus padres tuvieron que celebrar la cena de Nochebuena y la comida de Navidad en el hospital. Susana, su madre, reconoce: "Es duro, pero para el niño es mejor estar en el hospital y preferimos que siga aquí, aunque tengamos que pasar las fiestas lejos de la familia".