Bastaría con que un juez diera permiso y un policía metiera la llave en la cerradura para sacar al perro, tan fácil, pero no hay forma. Andrés Freixo lleva varios días de juzgado en juzgado y con visitas continuas a las oficinas policiales, y ni siquiera logra que nadie se ponga de acuerdo sobre cómo pedir la orden. "Me dicen que vaya allí, y voy. Me dicen que aquí, y vengo. Doy vueltas, no consigo nada, y mientras el animal sigue en un pequeño balcón desde hace una semana".

Andrés es el propietario de un piso situado en el número 17 de la ronda del Carmen. El pasado viernes acudió a la vivienda para avisar al inquilino de su intención de desahuciarle, puesto que llevaba un tiempo sin pagarle. "Un vecino me contó que cuatro o cinco días antes le había visto marcharse en un taxi con un montón de bultos, y que a veces oía ladrar a un perro en el piso".

Entonces Andrés divisó desde el patio a un pequeño cachorro encerrado en un estrecho balcón del piso. Volvió a preguntar y a nadie le constaba que el inquilino hubiera regresado para echarle comida. "El animal no tiene mal aspecto porque es de raza nórdica, con mucho pelo, pero si te fijas le ves las patas débiles", explica. Andrés tenía la llave pero no se atrevió a entrar y rescatarlo, consciente de que podría incurrir en allanamiento de morada y tener serios problemas.

Tras esperar dos días, constató que el perro estaba abandonado. El mismo domingo acudió a la Policía Nacional y la Policía Local, pero respondieron que no podían hacer nada. El lunes se desplazó a los juzgados para poner la denuncia de desahucio por el impago del alquiler, y además expuso el caso del perro. "Son dos temas diferentes, pero se empeñan en unirlos, no lo entienden", lamenta. Le dijeron que debía esperar a que el caso se asignara a un juzgado, y que mientras tanto se dirigiera al de guardia. Tuvo que volver por la tarde y tampoco logró nada. "Me indicaron entonces que esperara al martes para saber qué juzgado llevaría el caso".

Andrés regresó ayer y le contestaron que acudiera a la Policía Nacional, donde deberían pedir la orden al juez. Efectivamente se personó en comisaría a poner la denuncia y le dijeron que no sabían cuando tendrían una respuesta. El joven volvió por la tarde a un juzgado de guardia distinto y le aseguraron que no habían recibido ninguna petición de la policía y que no podían hacer nada.

Durante este periplo, Andrés ha estado en contacto con la Protectora de Cáceres, que ayer consiguió lanzar algo de comida y agua al perro desde la azotea. A mediodía, y dada la insistencia de esta asociación, acudieron al edificio los bomberos y la policía local, pero se marcharon afirmando, una vez más, que no había orden.