Mientras aún se escucha el eco de los fuegos artificiales por el año nuevo, las redes sociales "arden" en comentarios en pro o en contra de las cabalgatas, los políticos vuelven a sus reuniones de co-gobierno, y el resto retomamos la rutina, con ganas de superar nuevos retos y con bolsillos que estallan al enfrentarse a la cuesta de enero.

Los gimnasios abren sus puertas de par en par, as básculas se esconden de sus dueños, los comercios comienzan sus rebajas (si es que antes no lo hicieron), y en la televisión comienzan a emitirse anuncios de coleccionables del más diverso estilo.

Los niños se aferran a las cajas de cartón que encontraron bajo el árbol navideño, con más fuerza que a los cuadernos que hoy deberán rellenar al volver al colegio. Y patinetes, bicicletas.

Las luces que adornaban la ciudad comienzan a recogerse (algunas junto a propaganda electoral que no fue retirada a tiempo); y de igual modo, en los hogares vuelven al armario, aquellas figuritas y decoraciones que reafirmaban el periodo estival en el que nos encontrábamos hasta hace un par de días.

Así es enero, siempre siempre es así. Aunque inaugure un nuevo año, comienza rutinario y no hay propósito alguno que sea capaz de transformarlo en innovador de la noche a la mañana. No me tachen de pesimista por tal afirmación, sino de realista, o incluso de ilusa por pensar que según avanzan los días, esta rutina pre-impuesta sí da lugar a nuevas posibilidades. Tenemos por delante 366 días (sí, este 2016 es bisiesto) para afrontar esa lista de buenas intenciones que elaboramos con sumo cuidado antes de finalizar el año. Y no, no es el momento de pensar en aquellos proyectos que por falta de tiempo el 2015 olvidamos en el papel; debemos tomar nota de aquello que hicimos y es digno de repetir. No interesan las intenciones "pendientes", sino aquellas que salieron adelante; pues necesario es alimentarlas y dejarlas fluir. No es tan importante tener buenos objetivos, como lo es cultivar aquellos que logramos para que sigan creciendo, y no queden, como lo hicieron otros, en mero eco de fuego artificial. .