TSti echamos la vista atrás, lo que hoy día consideramos una reminiscencia de otros tiempos muy lejanos, no hace tanto que estuvo vigente. Aunque ha pasado un siglo desde que en Cáceres no se aplica la pena máxima por delitos comunes, no debemos olvidar que mucho después sí se realizaron ejecuciones sumarias por vía militar durante las semanas de represión en la Guerra Civil, cuyas víctimas todavía no han obtenido la verdad, justicia y reparación que merecen.

La ejecución de personas por vía legal no queda tan lejana en el subconsciente colectivo de los españoles. Las últimas realizadas fueron el 27 de septiembre del año 1975. A pesar de todo, la pena de muerte ha seguido vigente en nuestro país para casos de traición, rebelión militar, espionaje, sabotaje o crímenes de guerra, en virtud del Código Penal Militar, hasta su abolición en el año 1995 gracias a las presiones, entre otras organizaciones, de Amnistía Internacional.

Una sonrisa contenida, a la vez que morbosa, se dibuja en nuestros labios cuando leemos algunas curiosidades del pasado en cuanto a la ejecución de la pena capital, sobre todo las tendentes al esfuerzo de la autoridad por dotar de un rigor legalista y ofrecer un sentido más humano al más inhumano de los actos que podamos concebir.

El anecdotario tragicómico persigue a cualquiera de los 57 países que aún mantiene vigente la aplicación de la pena capita. Hace unos días leíamos que Arabia Saudí ha comenzado a autorizar las ejecuciones mediante fusilamiento debido a la escasez de verdugos que decapiten con sable. En Japón, Iwao Hakamada ha enloquecido en su celda tras 43 años esperando la aplicación de su sentencia ya que cualquier día puede ser el último de su vida, puesto que en este país solo se conoce el momento de la ejecución instantes antes de que ésta se lleve a efecto. En China, a los ejecutados a muerte con un tiro en la nuca se les descuenta simbólicamente el precio de la bala que los mata.

En muchos países se ejecuta a los reos en estadios de fútbol atestados de público. Delitos informáticos y económicos, homosexualidad, diversos tipos de robo, tráfico de drogas o adulterio son algunas de las acciones punibles con la pena máxima. La mejor manera que tiene un país de mostrar su grado de humanidad y civilización no se limita a suprimir este castigo, sino luchar con convicción para que desaparezca de cualquier lugar del mundo. Es el objetivo de Amnistía Internacional. .