La cuarta edición del Cáceres Blues Festival ha supuesto un auténtico salto en la corta trayectoria de esta cita internacional. El público ha llenado entre el jueves y el sábado todos los aforos de los ocho conciertos programados, con artistas de la talla de Nathan James o de los maestros del blues de Chicago, Chris James y Patrick Rynn, sin olvidar a los músicos más reconocidos del país como Ñaco Goñi.

Los espectadores se apostaban una hora antes de los conciertos en San Francisco, San Jorge y el Corral de las Cigüeñas. El comentario general ha sido la calidad de la cita, organizada por la Asociación de Amigos del Blues de Cáceres, un colectivo sin ánimo de lucro que ofrece el festival a coste cero para los espectadores. Jóvenes, mayores y familias completas han acudido a la llamada del blues entre las piedras.

La experiencia y el éxito de este año animan a continuar con más ediciones, pero mantener la calidad no es sencillo, sobre todo porque el certamen se organiza con algunas ayudas institucionales --3.000 euros de la Diputación y otros 3.000 del ayuntamiento--, además de un contrato de servicios de la Junta, donaciones, y los fondos obtenidos de la propia barra, es decir, sin un presupuesto asegurado ni sólido.

"Tenemos que considerar hacia dónde va el festival. Recibimos apoyos siempre discretos en comparación con otras actividades culturales, y necesitamos una ayuda más decidida. Hablaremos con todas las instituciones", explica Miguel Escribano, presidente del colectivo. "Llegamos a estar en el montaje sin saber aún la financiación con la que podemos contar", indica.