«No puedo abrir las ventanas por el olor a porro». Son palabras del presidente de la asociación Llopis-Espíritu Santo, José Antonio Ayuso, que se queja del consumo de drogas constante en las puertas de sus viviendas. Afecta sobre todo a los que residen en casas o en plantas bajas, como es su caso.

En su mayoría, según afirma Ayuso, son jóvenes estudiantes de los institutos cercanos que, durante los recreos, salen del centro y consumen hachís y marihuana en las calles del barrio. Ya ha tenido varios encontronazos con ellos porque le increpan cuando les pide que no lo hagan justo en su ventana. La última vez fue ayer, cuando se vio obligado a llamar a la policía. Por estos hechos ha puesto ya hasta tres denuncias.

Harto de la situación, decidió colgar de su balcón una pancarta para denunciar lo que sufre a diario: «No queremos drogas ni en nuestras ventanas ni en nuestras calles», reza en la misma.

Ayuso denuncia además que es frecuente el menudeo entre estos jóvenes. «Utilizan los buzones de publicidad de los portales para dejarse la mercancía. Eso lo vemos a diario», asegura. Ya ha denunciado la situación, además de a la policía, al ayuntamiento y a los institutos cercanos, pero de momento no se ha dado solución a la problemática que sufren.