Cuando era niña, Raquel Cantero iba de radio en radio luciendo su arte, nacido de una familia de cantaores en la que sus padres han sido siempre su mejor ejemplo. Aquella jovencita que luego se convertiría en artista ya es una mujer que viene de lograr lo que nadie había conseguido: el reconocimiento de la Universidad de Sevilla por su tesis doctoral sobre la saeta en Extremadura, con la que obtuvo la máxima calificación de sobresaliente cum laude tras la defensa que realizó ante el tribunal el pasado 30 de marzo.

Con la satisfacción del trabajo bien hecho, atrás quedan siete años de trabajo para esta licenciada en Humanidades por la Universidad de Extremadura, que ha convertido en un sueño hecho realidad esta primera investigación sobre la historia del cante popular en la región. Esa doble faceta de cantante e investigadora empezó a tomar forma cuando finalizó la carrera en el 2002. Logró una beca de la Junta para ampliar estudios musicales en la Fundación de Arte Flamenco Cristina Heeren en Sevilla y fue una de las primeras en atreverse con el doctorado en Flamenco.

Antes de entrar de lleno en el estudio de la saeta en Extremadura, Raquel Cantero presentó en el 2007 su tesina sobre este género en la capital cacereña, que le abrió la puerta para completar una investigación a la que, afirma, "se ha dedicado en cuerpo y alma".

Una labor pionera

Orgullosa por haber sido "pionera" con este primer estudio, dirigido por Eulalia Pablo Lozano, Cantero partió de los cantes que, por Semana Santa, escuchaba en Los Adarves a históricas como Teresa La Navera, analizando "la saeta antigua que se cantaba en Cáceres, con el objetivo de verificar si se trataba de un palo autóctono o no". Este trabajo se ha acompañado con el recorrido que realizó por la provincia buscando muestras de sonidos, "rescatando algunos desconocidos y otros que se están perdiendo".

Consciente de que la labor de campo ha sido fundamental para lograr concluir la investigación, Raquel Cantero reconoce sentirse afortunada por "la generosidad infinita" que, dice, "le ha mostrado una vez más el pueblo extremeño" en las visitas que hizo pueblo a pueblo.

De entre todas las conclusiones de la tesis, la investigadora hace hincapié en que la saeta antigua que se canta en Cáceres "presenta un patrón melódico muy similar al de otras primitivas de Andalucía y otras provincias", aunque con particularidades como que todavía se interprete a coro. Asimismo, destaca que ha podido recuperar una serie de saetas que responden a un formato romanceado, "partiendo de una teoría que apunta a los romances populares como una de las fuentes primigenias de las que se desgaja la saeta y que aún se conserva en algunas localidades extremeñas".

Un análisis comparativo

En comparación con la flamenca, el estudio de Cantero arroja también que la regional "no tiene nada que ver con ella porque está en un estado previo". En este sentido, afirma que el valor de la extremeña no radica en su originalidad sino en que la región "aún se conserva algo que en otros sitios se ha perdido".

Preguntada por su salud, la investigadora responde que "en Cáceres la saeta permanece plenamente vigente" gracias a las voces de Semana Santa, un hecho que también se extiende a otros municipios de la provincia y que, en otros casos, se conserva gracias a personas concretas que mantienen vivo este palo. "De lo que más orgullosa me siento es de haber logrado rescatar esas muestras para dejar constancia de cómo sonaba la saeta en un determinado pueblo gracias a una determinada persona", explica la autora de la tesis.

En el estudio aparecen los nombres de más de 50 saeteros, ejemplos de una tradición que conservan personas mayores, "grandes depositarios de esta tradición oral", como les define Cantero, que subraya el carácter de "canto popular" de la saeta extremeña. "Habrá pueblos dondesaparecerá cuando ellos mueran, pero este trabajo la conservará", asegura.

Pero culminar el objetivo no fue una tarea fácil. No encontró bibliografía sobre la saeta extremeña y tuvo que acudir a las hemerotecas. "La búsqueda de nuevos datos ha sido muy dura", reconoce la investigadora, que hizo muchos kilómetros, en ocasiones, con un resultado infructuoso porque, recuerda, "la saeta solo se canta siete días al año. Iba a un pueblo a esperar que alguien se arrancase y a veces me tenía que venir de vacío". Del momento de la defensa ante el tribunal de la Universidad de Sevilla, recuerda que fue de "muchos nervios y emoción" porque suponía exponer el trabajo de siete años de su vida.

En cuanto a lo que ha aportado la tesis a su vertiente artística, Cantero apunta que ha ampliado su visión de la saeta antigua, hasta el punto de haber aprendido esas muestras después de haberlas transcrito con su partitura correspondiente. "Llevo cantando saetas desde niña. Me enseñaron mis padres y recuerdo a muchos saeteros como Simón García El Niño de la Ribera, a Dieguino de Cáceres o Teresa La Navera", dice la investigadora cacereña.

Lamenta también que este patrimonio no se haya conservado como merecía en la provincia, ni siquiera incluyéndolo en los cancioneros populares, a diferencia de en la capital. Por eso su estudio tiene aún más valor, por ser un patrimonio vivo de esas voces que quedarán guardadas para siempre en más de 1.000 páginas.