Acaba de presentar en el Thyssen-Bornemisza su libro ‘Pálabras Nómadas, trilogía crítica de la primera década del siglo XXI’, una fascinante recopilación de textos y una selección de reproducciones de 2000 a 2010 que ha patrocinado Telefónica con un diseño gráfico de cabecera creado por el cacereño Javier Remedios, amigo personal de José Manuel Ciria, figura central del expresionismo español cuya obra se reparte por los mejores museos y galerías del mundo. Ayer, este «culo inquieto», como él se define, genuino pintor, de genuino corazón, pasó por EL PERIÓDICO.

-Nace en Manchester, ha vivido en Nueva York, Londres y Berlín. Ahora regresa a Madrid...

-Cada uno en esta vida tiene una cruz y lo único bueno que tiene haber nacido en Manchester es que soy bilingüe y tengo dos pasaportes. He estado viviendo 10 años fuera, siete de ellos en Nueva York, que es el sitio que de verdad me gusta.

-Presisamente Nueva York fue la ciudad donde vivió un interesante momento creativo...

-Antes de irme a Nueva York estaba teniendo mucha suerte en España porque tenía muchos seguidores, muchos coleccionistas, participaba en muchas galerías en Arco y estaba en un momento importante de mi carrera. Pero a veces te llega esa especie de intución de que en el mejor momento es cuando tienes que buscar una salida. La demanda de mercado te hace escapar de ti mismo.

-Usted es uno de los representantes del expresionismo español y su obra, junto a la de Miquel Barceló, es una de las más codiciadas por los coleccionistas...

--Barceló es un personaje excepcional. Pero sí me siento afortunado porque a Barceló le hacen un documental absolutamente fascinante con todos los medios del mundo y se presenta en el Instituto Cervantes de Nueva York y a mí me hacen uno de medio pelo y se presenta en el MoMa de Nueva de York. Siempre hubo clases (risas).

-¿Qué es la inspiración?

-Una entelequia. Es estar todo el día pensando de donde puedes sacar punta, de donde sacar una idea. No es que de pronto lleguen las musas y aterricen, que también se puede producir. Pero la inspiración es ir persiguiendo el trabajo y las ideas.

-¿Cuál es la obra de la que se siente más orgulloso, aunque sea una pregunta que suene tópica?

--Mis obras son mis hijos.

-No se copia a sí mismo, sino que abre nuevos caminos...

-El pintor siempre pinta el mismo cuadro, lo que pasa es que unos poquitos de nosotros tenemos la suficiente virtud de conseguir disimularlo. Cuando trabajas en investigación y un campo se agota tienes que saltar a otro. Me interesan muchas cosas en pintura, no obedezco al mercado y trato de disfrutar del viaje, soy un culo inquieto. No me gusta que se me clasifique.

-Se cumplen 40 años del nacimiento del museo Vostell Malpartida. Hable del artista alemán...

-Creo que el pionero en traer arte a Extremadura es Vostell con una obra absolutamente delirante. Ir a su museo es una experiencia telúrica, la energía de este museo impacta, no es solo ir a ver unas obras, es algo más.

-A Vostell no le gustaban los derroteros del final del siglo XX, ¿piensa que ustedes los artistas tienen algo de visionarios?

-A finales del siglo XX se acentúa la entrada del dinero a lo bestia. Vostell tenía integridad y pureza, era un hombre comprometido en lo social y vio la deriva, cómo la gente no compraba arte con los ojos.

-¿Cómo ve la política?

-Terrible.

-¿Usted aparca las reclamaciones sociales para centrarse en la pintura?

-Me preocupa lo social, los refugiados, la falta de salida, la pobreza, la indigencia, el desempleo, aunque soy un pintor abstracto y la abstracción no es el vehículo más adecuado para expresar ideas concretas, por eso en mi obra no está reflejada directamente la preocupación social.

¿Lo definen como un ilusionista abstracto, no cree que el lenguaje de la pintura es tan engolado que espanta a la masa?

-Estoy convencido. Pero eso es más cosa de los hermeneutas que de los artistas. Y luego en el mundo del arte nos encanta inventarnos vocablos. Por eso a mucha gente le cuesta acercarse al arte porque piensa: «Hostia, esto es muy difícil». H