Se estrenó como cooperante y guarda un recuerdo inolvidable del mes que pasó en Bolivia trabajando en un proyecto de revalorización y promoción del patrimonio histórico en San José de Chiquitos. El trabajo final será la edición de una guía turística que verá la luz en diciembre. Además colaboró con otro programa para escolares.

Pero detrás se escondía su afán por vivir la experiencia: "Siempre me habían llamado la atención la cooperación y el voluntariado". Poder hacerlo le ayudó a conocer de cerca el carácter abierto de los bolivianos y a superar "el miedo a lo desconocido" con el que partió desde Cáceres. La mayor sorpresa fue encontrar un país más avanzado de lo que esperaba. Ahora tiene ganas de volver y de animar a los más cercanos para que lo intenten. De todos los momentos guarda un encuentro con alcaldes indígenas: "Iba con mi libreta para apuntar todo y aquello se convirtió en una fiesta de bienvenida", afirma para poner ejemplos del "cariño y la acogida" que recibió.

La experiencia también cambió su visión de la inmigración. "Buscan una salida y entiendo su posición. Esperan otra cosa y, si sus condiciones no son las óptimas, es lógico que intenten buscarlas en otro sitio", recalca. Del futuro, manifiesta que la preparación de los bolivianos ayudará a que cada vez haga falta menos ayuda de Occidente: "Pensaba que el nivel de formación iba a ser más bajo, pero tienen sus técnicos, su formación y sus universidades. Coincidí con un montón de licenciados y tienen un potencial turístico impresionante", subraya. Del gobierno de Evo Morales asegura que ha sido recibido de manera desigual según la zona y recuerda lo más importante: Bolivia es mejor de lo que nunca imaginó.