El 48% de las mujeres sigue sin contar con asistencia integral en caso de sufrir algún tipo de agresión sexual y cada siete horas una mujer es violada en España. Muchas víctimas de violencia sexual no tienen acceso a centros a los que dirigirse para solicitar ayuda, y en los que se les pueda dar atención médica, psicológica y asesoramiento legal si quisieran presentar una denuncia.

Históricamente las calles se llenaban de ciudadanas y ciudadanos que exigían medidas para acabar con esta lacra y también unos presupuestos específicos para luchar contra este tipo de violencia y sus consecuencias. Cáceres no era ajena a una marea solidaria que reclamaba paridad y en ello tiene mucho que ver la Plataforma de Mujeres por la Igualdad que ayer, como sucede desde hace 10 años, dio a conocer su programa de actividades con motivo del 25 de Noviembre, Día Internacional de las Violencias Machistas.

Fue una comparecencia inusual de las mujeres, portando mascarillas y con la voz aliviadora y sonora de Pilar Alonso encabezando la rueda de prensa. Ella se refería precisamente a ese silencio que este año impone la pandemia. No habrá manifestación en la calle, pero el bullicio que nos arrebata el coronavirus «será el mejor grito» para defenderlas, para clamar contra la violencia y exigir respeto.

No habrá gente portando pancartas, «pero de ninguna de las maneras podíamos permitir que no estuviera presente la lucha histórica de las mujeres contra este tipo de violencia», dijo Alonso, que aludió precisamente a cómo el confinamiento ha elevado de modo alarmante las estadísticas. De hecho, después de más de tres meses, llegó a su fin dejando un desolador balance en materia de violencia de género. En España fueron detenidas 8.790 personas y se tramitaron 8.412 denuncias. Las unidades especializadas del Cuerpo Nacional de Policía realizaron una intensa labor preventiva en todo el territorio, con más de 245.000 contactos con las víctimas, entre visitas, vigilancias y contactos telefónicos, además de 70.000 controles de autores.

Una tortura

Una tortura El estado de alarma no se lo puso nada fácil a las víctimas, encerradas durante semanas en casa con sus maltratadores. «La pandemia para las mujeres que han sufrido maltrato ha sido una tortura», ratificaba Alonso. Las consultas a través de los canales de ayuda también se dispararon esos meses. Solo en los primeros días de cuarentena, durante el período comprendido entre el 14 y el 29 de marzo, las llamadas al 016 aumentaron un 18% con respecto a la quincena anterior y las peticiones de ayuda a través de correo electrónico lo hicieron un 269,6%.

Las cifras requieren de acción. Por eso, la plataforma empezó ayer en la Biblioteca Pública a diseñar sobre papel las siluetas de mujeres que servirán como plantilla y que hoy, a partir de las seis y media de la tarde, pintarán en el suelo de centros de salud, de enseñanza, o en Correos. Será una labor en la que participarán voluntarias y voluntarios que con ello quieren representar a las mujeres agredidas y asesinadas y a sus hijas e hijos. Dos horas más tarde leerán un manifiesto en la Filmoteca y después se visionará el documental ‘Volar’.

Mañana, en lugar de la tradicional manifestación, se instalarán desde primeras horas en la plaza Mayor 42 sillas en homenaje a las mujeres asesinadas, con lazos violetas en los que se incluirá su nombre y el día que las mataron. «Cuando matan a una mujer acudimos a la plaza y allí hacemos un minuto de silencio, llueve o truene, así se caiga el cielo», relataba Pilar Alonso.

La plataforma realiza una gran labor en cuanto que recoge multitud de sensibilidades y mantiene un contacto estrecho con organizaciones feministas y con instituciones. Apoyan a las mujeres, muchas de ellas migrantes, trabajadoras del hogar y sin recursos que les piden asesoramiento, apuntaba ayer Vanessa Lesme, también miembro del colectivo.

«Los feminicidios llevan a la muerte. Existe una violencia física, pero también psíquica, emocional e incluso institucional», apuntaba Alonso, que destacó el papel envenenado de una educación opresora que forma a los hombres en la cultura patriarcal y aumenta la desigualdad.