Los ciudadanos cacereños han consguido elaborar un bocadillo de morcilla patatera de 180 metros, hecho con 180 barras de pan de un metro cada una y 60 kilos de este producto típico cacereño, con el fin de ayudar al Banco de Alimentos a luchar contra el hambre.

Marcela Manzano, una de las organizadoras, explica que se ha elegido la patatera porque es uno de los productos más típicos de Extremadura "y en esa modalidad el récord es nuestro, aunque no era el primer objetivo que buscábamos sino el de recaudar el mayor número de fondos para ayudar a los más necesitados".

La calle Moret, una de las vías más céntricas de la ciudad de Cáceres, se ha convertido en el escenario de la elaboración de un bocadillo gigante en el que son muchos los que han puesto su granito de arena.

Así, los comerciantes de la zona han ayudado a montar las mesas, decorar los establecimientos y a organizar la venta, acompañados de alumnos del centro de educación especial Proa.

La patatera ha sido traída desde la localidad de Malpartida de Cáceres, famosa por celebrar una fiesta en honor a este producto.

El olor de la patatera extendida en la esponjosa miga de pan ha atraído a cacereños y visitantes y la iniciativa "Moret se mueve", organizadora del acto, que ha podido cumplir con su objetivo de vender las 1.260 porciones a un euro cada una para recaudar fondos destinados al Banco de Alimentos.

Los turistas eran los más sorprendidos y se han mostrado encantados de poder degustar uno de los productos estrella de la región y a la vez contribuir a una buena causa.

La crisis ha llevado a muchos pequeños empresarios a tener que agudizar su imaginación más que nunca, con este fin surgió "Moret se mueve", una vía en la zona comercial de Cáceres, que al no estar en la arteria principal y con la bajada del consumo se estaba viendo abocada al cierre de sus locales comerciales.

Desde un mercado de frutas, verduras y hortalizas a música en directo, aunque en esta ocasión querían hacer algo para ayudar a las personas que más está golpeando la crisis.

El resultado: un bocadillo gigante con fines solidarios que además ha hecho las delicias en los paladares en una de las zonas históricas de Cáceres del comercio y la hostelería.