A seis meses de las elecciones municipale autonómicas nadie sabe lo que puede pasar pues existen múltiples factores que hacen muy cambiante la situación política, tales como la solución al gobierno de Andalucía y el enquistado problema catalán, problemas con una gran carga emotiva y por ello imposibles de valorar electoralmente, y como guinda el calendario electoral de Sánchez.

En este contexto, el PP ha decidido presentar a Elena Nevado como candidata a la alcaldía. Hasta ahora el PP cacereño contaba con una amplia y fiel base social que le ha permitido ser el partido que durante más tiempo ha gobernado la ciudad pero esa base está ahora mismo en riesgo de cambiar su voto. Por un lado el auge de Ciudadanos le puede suponer una merma considerable de apoyos, pero es que además en esta ciudad tengo la impresión de que VOX recaudaría muchos votos en el caso de que decidiera concurrir a las elecciones y la mayoría de esos votos provendrían del PP, aunque es de suponer que aún siendo así el PP seguiría siendo la fuerza más votada por la derecha pero la dispersión del voto y los posibles pactos en la Junta de Extremadura pondrían en riesgo su acceso a la alcaldía. En esa situación era necesario valorar si se optaba por un nuevo candidato o se persistía con Nevado.

Encontrar una nueva cabeza electoral no es tarea fácil pues quizás no todos los conocidos por los votantes e idóneos estaban dispuestos a arriesgar su futuro político en unas elecciones con tantas incógnitas e incluso el mismo partido habrá considerado que no convenía quemar a alguien con futuro.

La candidatura de Elena Nevado tiene en su favor el conocimiento de los votantes pero a ello se opone el natural desgaste de los años de gobierno y muy principalmente el sufrido durante esta legislatura en la que los resultados la situaron en un lugar incómodo al que no ha podido superar con decisiones importantes. En todo caso, lo primero que se le pide al candidato es que no reste votos y no sé si esto se cumple.