Elena Nevado ya no es la alcaldesa. La imagen de su rostro cuelga en la galería de alcaldes del ayuntamiento. La obra de José Narbón la muestra sonriente, con chaqueta oscura, melena suelta y su mano apoyada en la mejilla. La séptima alcaldesa de la democracia comparte espacio con los mandatarios municipales que han dirigido la ciudad desde finales del siglo XIX.

Nevado se levantó ayer a las siete y media de la mañana. Hizo ejercicio, desayunó una tostada de pan integral, tomate y aceite y, como siempre, leyó la prensa, «el primero El Periódico Extremadura», confesaba a este diario. Después estudió un caso jurídico de una conocida, pues aunque sin cobrar quiere ir adaptándose a su carrera profesional de abogada para el futuro. Por la tarde fue a la peluquería, se puso en manos de Sergio («es una medicina para mí», asegura). Más tarde acudió a ver a su madre, recogió un pantalón que tenía para arreglar el bajo, tuvo un encuentro con la Unión de Cofradías y hoy, finalmente, tomará posesión como diputada del Partido Popular por Cáceres en la Asamblea de Extremadura. Lo hará después de haber sido confirmada por su formación para repetir como alcaldesa y de que a 24 horas de la designación de su candidatura, el PP diera marcha atrás y pusiera a Rafael Mateos en su lugar.

Elena Nevado entró en 2011 a su despacho de la alcaldía sin nada, ahora se va con la foto de sus hijas, su marido y su padre. Asegura que se marcha satisfecha. «Llegué llena de ilusiones con el único objetivo de ayudar a la gente. Esta mañana, al salir a la calle, un señor me ha dicho que conmigo como alcaldesa no ha sufrido ni un retraso del ayuntamiento en el pago de sus facturas. Cosas como estas hacen que piense que ha merecido la pena. Me voy con mucha tranquilidad, con mucha honra; me hubiera gustado tener más fondos para haber mantenido mejor las calles. Ahora, con el nuevo contrato de mantenimiento, se va a notar, pero ya no estaré yo», relata.

A Luis Salaya, le desea suerte, estuvo en su toma de posesión y de él destaca el talante que ha demostrado durante este tiempo. De Ciudadanos no opina lo mismo: «Han pedido liberaciones, alcaldía y al final les ha salido rana».

Hacia su partido, solo palabras de agradecimiento: «Monago me ha dado una salida honrosa». Hacia Rafa Mateos, lo mismo: «Es el alcalde que necesita esta ciudad, es una magnífica persona y tiene el ayuntamiento en la cabeza». Hacia la corporación, más de lo mismo: «Nunca olvidaré los aplausos y las palabras que me han dedicado».

Días atrás, la dirigente popular se fue con su hija María José a Londres, donde reside y trabaja en una empresa tecnológica. En tres años solo había ido dos fines de semana a verla. Fue un respiro tras toda la tensión vivida. Rocío es su segunda hija, periodista de Televión Española. A las dos las tuvo en el San Pedro de Alcántara, «eran bonitas desde pequeñas y de mayores son preciosas, comprometidas. A Moncho, mi marido, y a mí, solo nos han dado satisfacciones. Tenerlas ha sido lo mejor de mi vida».

A Elena le ha cambiado el rictus. Está más templada, sosegada, tranquila. Su padre, Rosendo Nevado, fallecido en 2016, siempre ha sido un referente para ella. «Él hubiera estado contento. Yo siempre he hecho las cosas para que él se pudiera sentir orgulloso de mí. Y hubiera sentido mucho alivio porque vivía las cosas como si me pasaran a mí misma».

Ahora Elena Nevado gestiona su tiempo de otra manera. «Confieso que me siento rara», relataba ayer al lado de la estatuta de Gabriel y Galán, en el Paseo de Cánovas, durante la sesión fotográfica con este periódico. «No hay dolor. Desde hoy trabajaré en la Asamblea. Yo la política la vivo con intensidad y me la creo. Así que desde mis nuevas funciones como diputada defenderé con uñas y dientes a mi ciudad, como siempre lo he hecho», sentencia.

Y para terminar, esta pregunta: «¿Al PP le vendrá bien estar cuatro años en la oposición en el Ayuntamiento de Cáceres?». Ella, como siempre sin pelos en la lengua, lanza un pronóstico: «No. La oposición nunca viene bien. Y no descarto que a lo largo de esta legislatura el PP recupere la alcaldía». La idea de la moción de censura ya sobrevuela nada más comenzar la nueva etapa en minoría de Salaya. Pero ella, ya torea en otra plaza y se ha quitado la cornada de encima: «Quiero dar lo mejor de mí y seguir sirviendo a Cáceres con todas mis fuerzas y coraje», zanja, tras el clic del fotógrafo, la política cacereña que siempre ha salido airosa de cualquier contratiempo, incluso cuando los suyos la invitaron a marcharse.