Llevan catorce años entregándose de forma desinteresada a la formación y acompañamiento de las mujeres de Aldea Moret, a las que dedican todo el tiempo del que disponen para que puedan adquirir la suficiente autonomía y autoestima. Les ayudan a crecer personalmente con diversas actividades, desde manualidades hasta relajación, pero sobre todo se convierten en sus compañeras dispuestas a compartir los buenos momentos y a echar una mano cuando no son tan buenos. Las voluntarias del Proyecto de Mujeres de Aldea en Acción, desarrollado por Cáritas Parroquial de Aldea Moret, acaban de ser premiadas desde la Universidad de Extremadura por esta labor altruista.

La Distinción Honorífica María Antonia Fuertes Rodríguez, concedida anualmente por la Facultad de Formación del Profesorado a personas o colectivos que hayan realizado una labor digna de resaltar, fundamentalmente a través del área de la educación, ha recaído en estas mujeres por su esfuerzo y dedicación. Año tras año, dichas voluntarias se empeñan en dar una respuesta a las situaciones de exclusión social y desestructuración de muchas mujeres de la barriada, realizando una serie de acciones que implican su desarrollo integral para que descubran sus propias posibilidades y capacidades, y puedan lograr una autonomía personal, económica, real...

«Trabajar con las mujeres es muy gratificante. Ellas tienen muchas necesidades: salir de casa, arreglarse cuando lo hacen, compartir con las demás... Son muy agradecidas y creamos unas amistades que se conservan para siempre», explica María Josefa Motilla. Ella, junto con María Santano, María del Castillo Gómez y Teodori Antolín, han sido las receptoras de semejante galardón, pero lo hacen extensivo a otras voluntarias, todas vecinas, y a las mujeres del barrio que, sea cual sea su situación, luchan cada día por estos fines.

Todas agradecen el premio y reconocen el trabajo de Cáritas en Aldea Moret. «El barrio necesita más apoyo y coordinación de las instituciones, pero donde no llegan los demás, ahí está siempre la parroquia, que siempre acoge, que siempre ayuda dentro de sus posibilidades», matiza María Josefa. «Somos una gran familia».

Y como era de esperar, las mujeres llevan la principal carga social también en esta barriada, no por falta de empuje, al contrario, sino por la discriminación generalizada. «Ellas tienen más dificultades para encontrar un empleo, cobran menos salarios, cuando acaban el trabajo atienden sus casas y a sus familias, son fuertes pero nos conmueve su falta de tiempo. Se sorprenden cuando descubren las actividades que ofrece la parroquia. Viven al lado y no tienen un minuto para relacionarse», lamenta María Josefa.

De hecho, el Proyecto de Mujeres de Aldea en Acción surgió tras un análisis de la realidad del barrio realizado por el grupo de Caritas de la Parroquia de San Eugenio. Las políticas de realojo para erradicar el chabolismo en las décadas de los 80 y los 90 sobredimensionaron Aldea Moret a una velocidad de vértigo, contribuyendo a su evidente desestructuración. Además, la creación de cientos de viviendas sociales no fue acompañada de un aumento paralelo del equipamiento social del barrio, donde no hay recintos educativos en condiciones, el centro de salud y los transportes están saturados, y no existe casa de cultura, entre otras carencias.

Todo ello contribuyó a la degradación territorial del distrito, con altos índices de paro, absentismo escolar, familias en riesgo de exclusión aglutinadas en las mismas zonas, etc... Por ello, la parroquia, preocupada por crear conciencia de barrio, potenció este proyecto en el que se embarcaron las voluntarias, y que lleva nada menos que catorce ediciones. La intención es que las mujeres participen activamente y se sientan importantes, capaces de tomar sus propias decisiones y adoptar responsabilidades mediante talleres de autoestima y relajación, crecimiento personal, manualidades, teatro...

Miguel Ángel González y Jesús Luis Viñas, párrocos de Aldea Moret, destacan muy especialmente la labor de estas voluntarias «por su constancia y sus años de trabajo acompañando a otras mujeres para hacer camino de encuentro», afirman. Un camino que las voluntarias quieren seguir cubriendo, si cabe, con más fuerza.