LUGAR DE NACIMIENTO: CEUTA

TRAYECTORIA: A LOS 15 AÑOS SE TRASLADO A MADRID PARA LABRARSE UNA CARRERA DE BAILAORA. EN EL 2005 CAMBIO DE REGISTRO Y SACO SU PRIMER DISCO, ´TRABAJITO DE CHINOS´, EN EL QUE REALIZA UNA ORIGINAL FUSION ENTRE EL HIP HOP, LA COPLA Y EL FLAMENCO

A los 15 años dejó su Ceuta natal para vivir de lo que en ese momento amaba: la danza. Para conseguirlo tuvo que trabajar en una pizzería o incluso hacer de árbol en un atípico ballet. Triunfó sobre los tablaos y hace tres años, con la vida solucionada, decidió que aquello ya no le llenaba. Con 29 años comenzó un nuevo camino como cantante que anoche concitó a un entusiasmado público en el Museo Pedrilla de Cáceres. Horas antes de la actuación, La Shica (Elsa Rovayo) compartió con EL PERIODICO EXTREMADURA las impresiones sobre su recién estrenada vida.

--Llegó a raparse para no volver a sostener la peineta, ¿tan segura estaba de su decisión?

--Estaba segura de que no quería volver a hacerlo solo por pasta . Mi objetivo era hacerlo por amor y eso estaba desapareciendo. Es similar a cuando dejas a un novio: tienes la opción de seguir con él por pena, pero si no hay amor no estás siendo sincera contigo misma. Ahora lo que me apasiona es cantar, mi música.

--En ella fusiona el flamenco con la copla, el hip-hop... ¿La Shica se marca algún límite a la hora de componer?

--Nada de límites. Mi motivación es poder experimentar. Ya viví en un mundo bastante encorsetado y ahora quiero aprovechar que el flamenco es un arte gigante para dedicarme a hacer lo que más me guste, sea lo que sea y sin marcarme ninguna barrera. Si me atrae algo en particular, lo utilizo, sin más.

--En ese sentido, ¿cree que ha evolucionado como cantante en estos tres años?

--Claramente. Al principio solo contábamos con tres canciones y con eso nos movíamos por donde fuera y teníamos que defendernos. La gente nos fue conociendo poco a poco y continuamos haciendo lo que nos apetecía, siempre sabiendo que hay cosas que nos divierten a nosotros pero que quizás no funcionen entre el público.

--Y después de bailar y cantar, ¿hay un siguiente paso?

--Yo estoy abierta a todo y lo que quiero es aprender. Incluso recibo clases de canto para perfeccionar ese aspecto. Ahora mismo, subirme encima de un escenario y que la gente te responda me resulta lo más flipante del mundo. Aún así, todavía tengo mucho que andar y lo bonito precisamente es eso.

--De momento ya ha andado bastante: ha cantado en Alemania, Francia, Italia... ¿Nota alguna diferencia entre el público extranjero y el nacional?

--Hay distintos públicos, pero no necesariamente corresponden a lugares alejados. Independientemente de la zona, si generas amor, recibes amor. Luego cada uno te lo demuestra de una manera; la clave está en dejar que se expresen: hay públicos que permanecen serias durante la actuación y te lo demuestran todo al final con una ovación. Hay otros que desde el principio te lanzan piropos. Es alucinante cuando ocurre en el extranjero, teniendo en cuenta que yo no hablo ni papa de inglés.

--Después de todo este camino, ¿qué te sugiere la visita a la capital cacereña?

--Quiero divertirme y que la gente se divierta, porque significará que lo notan. De verdad, siempre intento con todas mis energías que cada una de las personas que vienen a verme a un concierto se lleve algo para pensar a casa. En definitiva, que se vayan con algo más de lo que traían.