"Una buena carta de vinos tiene que emocionar", asegura José Polo, copropietario del restaurante cacereño Atrio que se precia de tener una de las mejores bodegas de restaurante de España, reconocida internacionalmente. Ese fue uno de los motivos por el que la semana pasada participó en el encuentro internacional de cocineros Madrid Fusión, donde los mejores restauradores del mundo comparten sus experiencias frente a los fogones.

En este escaparate internacional, Cáceres estuvo representada por Atrio, que enseñó algunos de los secretos de una buena carta de vinos. "La carta de Atrio responde a mi gusto personal, cada vez tiendo más a lo que me gusta a mí, que lo que pueda gustar al comensal. Básicamente la carta debe atender especialmente a los vinos de la zona donde esté el restaurante y a las denominaciones de origen españolas. Después nosotros intentamos que la carta hable del propio restaurante, que emocione", sostiene.

Las 2.500 referencias de Atrio son de por sí una emoción de peso. Para algunos, otra emoción puede limitarse al precio (Atrio tiene un vino francés de coleccionista por 90.000 euros), pero donde se debe despertar la auténtica emoción es en el paladar. Polo lo tiene claro: "Un vino sólo es caro cuando es malo".